No cabe duda, se acercan buenos tiempos para el colesterol. Tan buenos para él como malos para nosotros. Las cenas, almuerzos, comidas, meriendas y recenas pondrán a rueba nuestra resistencia. En primer lugar la de nuestros bolsillos. A continuación la de nuestros estómagos y demás componentes del tracto digestivo y pasados unos días la capacidad de asombro de nuestros médicos al ver los resultados de nuestras analíticas.
Pero es Navidad, y como hay crisis, no comeremos menos, sino peor. Y nuestro colesterol galopando. sobre todo el malo. Porque no sé por qué será pero siempre lo malo sale barato y lo bueno caro. Pasaremos del turrón de almendra al de cacahuete. Volveremos del champán al cava y si se me apura hasta la sidra el gaitero estará de nuevo presente. El pata negra lo pintaremos sobre el serrano con el maquillaje para noche vieja, que por cierto celebraremos en casa de unos amigos o en una lonja cualquiera porque para lo del botellón hace mucho frío en invierno. Al besugo se le pondrán ojos de pescados de esos impronunciables y en todo caso de nombre ni reconocido ni recordable. El whisky será como mucho marca carrefour, y diremos orgullosos aquello de que el vino de año es mucho mejor.
No nos privaremos de nada. Bueno, de nada de lo que no podamos privarnos y pasaremos las fiestas por todo lo alto de los más bajos precios. Todo lo celebraremos confiados en que la crisis pase y podamos, como buenos consumidores sostenibles, volver a nuestros hábitos modestos y saludables de consumo, Champán francés, caviar iraní, marisco gallego y por supuesto… queso de idiazabal…
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