Vienen estas reflexiones al hilo de la polémica que se ha suscitado ultimamente en la política alavesa a cuenta de la estercha nómina de grandes hombres que tenemos y que hace que los pobres se vean obligados por sus partidos a ocupar cargos variados y diversos, o, en todo caso, a seguir ocupando cargos, como por ejemplo Gregorio Rojo, presidente de la caja y presumible presidente de la Cámara de Comercio.
De mi paso por la política “organizada” una de las cosas que más me han chocado es la cicatería a la hora de repartir puestos. Lo mismo da que sean puestos en listas que para nada servirán, que puestos en la administración o en la estructura del partido. Siempre hay más voluntarios que puestos, y siempre hay quien para terminar de arreglarlo ocupa además varios de ellos. Da lo mismo que hablemos de izquierda o de derecha. En todos los hogares cuecen habas. Pero es más llamativo si cabe en los que tienden a definirise a si mismos como de izquierdas.
En este último caso es cuando aquello de la imprescindibilidad debiera estar más cuestionado. Lease imprescindibilidad como la condición que ostentan determinadas personas cuya presencia parece imprescindible y cuya omnisciencia les hace además igualmente imprescindibles en los más diversos ámbitos. Y debiera estar cuestionada por la sencilla razón de que parte del legado ideológico de la izquierda pasa por aquello de la participación del reparto, la igualdad de oportunidades y la abolición de los privilegios de casta o de cuna. Claro, y si empezamos por reproducir el esquema de clases en casa como vamos a conseguir que alguien se crea que lo haremos fuera.
Dejemos a un lado a los independientes. A los partidos no les gustan. La independencia puede asumirse como una etapa transitoria y previa a la afiliación, pero no como un estado permanente, y eso referido al ámbito personal, el colectivo es simplemente implanteable tal como bien sabemos por aquí. Pasemos a los militantes. La élite movilizada y comprometida que se ve sin embargo en numerosas ocasiones empujada al papel de aquiescente. Que ve que elección tras elección, gobierno tras gobierno, congreso tras congreso, en definitiva, oportunidad tras oportunidad ven pasar los honores y los cargos por delante o por detrás pero nunca recaen en ellos. Una tras otra asamblea los encargados de hacerlo, los famosos y temidos fontaneros, les convencen de lo que tienen que hacer y de cómo es preciso hacerlo para liquidar al enemigo interno, que hablando de partidos, es siempre el objetivo prioritario. ¿Cómo si no vamos a mantener el poder luego si no lo amarramos ahora?
El caso es que al final siempre son los mismos los que copan los puestos, y si hay más puestos lo que se reparten no son los puestos, sino que se reparten los ocupapuestos en segunda vuelta entre los disponibles. Hasta para los menos golosos hay peleas. Y claro, llega un momento en que hay quien llega a plantearse pugnas internas bajo el eslogan aquel de “la socialdemocracia empieza por los puestos” o aquel otro de “conserva intactos tus codos, hay puestos para todos”, que además rima.
Bromas aparte, a los con frecuencia enunciados problemas que plantea el actual sistema de partidos, habría que sumar el de la equidad y justicia en el reparto de responsabilidades, y eso por no hablar de la relación pueto capacitación ni, por supuesto, de la preocupante tendencia al nepotismo de las organizacionies, esto último, por cierto, como para hacer un trabajo en profundidad, algo así como: “Relaciones familiares y estructuras políticas. La familia pilar de la organización.”
¡Qué razón tienes! Porque además todos los puestos llevan nómina. Te aseguro que en las asociaciones no ocurre eso por desgracia, nadie quiere ocupar un puesto que sólo le va a dar trabajo, Y aquí sí al final cuatro gatos copamos varios puestos pero no tiene nada que ver con la política. Yo conozco gente que ocupa un puesto en una junta, también su mujer, y su cuñado, todos con sueldo, e intereses creados. “La voluntad de servicio al ciudadano” suena a ejercicios espirituales en Pobes y poco más…..