Apenas ha llegado el borrador del anteproyecto del proyecto previo de preproyecto del soterramiento del ferrocarril a su paso por el municipio de Vitoria y otros adyacentes y ya estamos a la gresca. Esto va para largo. El caso es que estaba yo oyendo las noticias y hay cosas que no dejan de parecerme sorprendentes.
Javier Maroto, mi tocayo y cabeza de lista “in pectore” para la cada vez más cercana carrera por la alcaldía vitoriana, se ha despachado a gusto. Sólo que, una vez más el argumento es tan endeble como reversible. Según sus críticas el proyecto ahora presentado no cambia en una línea el presentado en su día por Alvarez Cascos, ministro de fomento que fue en un gobierno del partido popular. Como no lo he dicho antes, indicaré a lectores lejanos que Javi Maroto es del PP. Dice él que semejante similitud no hace sino poner de manifiesto la desidia y dejadez del actual alcalde de Vitoria, señor Lazkoz, ante el proyecto que está llamado a ser la mayor inversión en la historia reciente de la misma, y que cosas curiosas es apenas lo que se ha gastado el madrid en sus fichajes este año.
Pero a lo que iba, el señor Maroto, don Javier, debiera ser consciente de que su crítica tiene muchas vueltas. Muchas y además evidentes. ¿Debía, el proyecto de su ministro, ser modificado? ¿No podría ser que por una vez en la vida alguien de su propio partido hubiese firmado un proyecto inmejorable? Sin entrar a juzgar el proyecto y sus posibles mejoras, ¿hubiese sido acaso mejor para la ciudad que el alcalde se hubiese dedicado a tener por fuerza que inventarse algo para demostrar que dedica su tiempo a los grandes temas? Y si ese algo hubiese sido peor pero distinto, ¿habría el alcalde hecho el mejor uso de su tiempo en lo que al municipio se refiere? ¿Acaso es labor de los políticos hacer cosas distintas para demostrar que las hacen aún cuando no haga falta?
Son muchas preguntas que tienen una única respuesta, la escuela de opositores funciona así, y lo más curioso de todo es que cuando cambia el inquilino del alacio opositor los maestros permanecen. Aquí no se salva ni el tato, la lógica feneció hace tiempo ya.
Leave a Comment