El morro de Pají­n

Anda el panorama polí­tico español revolucionado a cuenta del impropio comentario de un alcalde de Valladolid. Se podrí­a incluso decir que la brillantemente diseñada campaña de impacto mediático en torno a la renovación del gobierno se ha ido al traste a cuenta del citado comentario (o exabrupto según se quiera), y de los corolarios que por doquier han surgido aquí­ y allá. La supuestamente graciosa referencia a las sugerencias que para el alcalde pucelano despiertan los morritos de la Pají­n han estado incluso a punto de eclipsar el fulgurante ascenso de Rubalcaba, la recolocación de la ex ministra de sanidad que fue incapaz de curar la fiebre de Madrid, la vuelta a casa del eterno jaúregui o el trágala de un sindicalista convertido en gestor de las reformas a las que se opuso.

Y el caso es, que al margen de lo dicho sobre el alcalde y sus ocurrencias, de la necesidad de afeo que merece y de la justa defensa de la ofendida por ellas es de todo punto necesario separar el polvo de la paja y reclamar el derecho a hablar en serio de la ministra Pají­n. La alusión a sus morritos no puede ocultar el morro que ella y muchos y muchas como ella le han venido echando a la vida tiempo ha. Profesionales del partido, más que de la polí­tica, que han crecido amparadas en su condición de herederas. Que han mamado desde su más tierna infancia los manejos y las simpatí­as, las regalí­as y lealtades y en definitiva la forma de vivir de, en, para y por de la vida al servicio del partido. Para más Inri, gran parte de esta carrera familiar se ha fraguado en la cuna de grandes polí­ticos del ruedo hispano, entre los que cabe destacar al í­nclito Zaplana, y que no es otro que el escobareño Benidorm. El de las torres y los pelotazos. El del urbanismo creativo que llegará a convencernos de que una fachada pintada de verde es equiparable en su extensión a una zona verde. Benidorm, la patria de las suecas y los suizos, de ingleses y marujas, el rincón favorito de los vascos y donde el mayor avance ecológico fauní­stico son los pajaritos y la nueva teorí­a de la destrucción controlada como paradigma del veraneo sostenible. El paraiso de ls polí­ticas sociales que instala en los parques juguetes para que los jubilados puedan hacer sus ejercicios en invierno sin tenerles que construir gimnasios ni nada parecido.

La que en su corta vida ha conseguido ya ser senadora, y ahora ministra, y portavoz, y autora de frases célebres vinculadas a los acontecimientos planetarios. Ella, con su energí­a y su desparpajo, y con un aspecto que de joven, sonriente y sano le hace a uno dudar de que conozca el sistema sanitario ni tan siquiera como paciente.

En fin, que a mi lo de los morritos de marras me disgusta, pero me disgusta aún más que un caverní­cloa venga a hacer buena a quien me parece que representa esa casta de hijos, primos tí­os y demás familia que van convirtiendo la polí­tica partidaria en algo cada vez más parecido a un nuevo sistema estamental y nobiliario, cerrado en si mismo y concentrado en sus pugnas y sus señorí­os, por mucho que nos representen por arte de las urnas y los aparatos y se nos presenten como señorí­as .

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