Publicado en Diario de Noticias de ílava el 2 de noviembre de 2010
Podría decirse que un proyecto es como un hijo. Cuando menos como a tal se le quiere y se le alimenta para que superada su infancia del estudio y su adolescencia del informe se haga adulto y se materialice. Por eso hay que tener cuidado con el nombre que se elige. Porque los nombres evocan y significan.
De todos es sabido que Kronos, aprovechando que Urano su padre estaba dormido, cogió una hoz y le cortó aquello que a Urano le había permitido ser padre hasta entonces. Kronos se quedó sin nuevos hermanos y la hoz acabó en el mar. Sobre el destino de los despojos hay más dudas, pero según parece Afrodita sabe algo de ello. Eso sí, como quiera que Kronos utilizó su mano izquierda para completar la operación, de ahí viene que se le llame la siniestra, y viene también, según se me ocurre, una curiosa lectura de la expresión “tener mano izquierda”. En definitiva, y corolarios al margen, con cosas como estas aquello de “cría cuervos y te sacarán los ojos” queda como mera anécdota ante este tipo de juegos de niños.
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El caso es que aún diciendo que de todos es sabido el asunto, puede que alguno no lo sepa. Puede también que, aún sabiéndolo, uno sea de los que piensan que los proyectos preexisten. Que al modo de Miguel Angel con el mármol, sólo se trata de sacarlos a la luz. Que le eligen a uno para hacerse realidad, con lo que le abducen y convierten en hijo del proyecto, heredero y sucesor, en suma, su factotum revolutum. En estas ocasiones es también importante considerar el nombre con cuidado y conveniente aplicar aquello de “no te fíes ni de tu padre”.
Como después de su hazaña y con grandes muestras de enfado, Urano y su madre le maldijeron avisándole de que uno de sus hijos le destronaría, el bueno de Kronos encontró una solución sencilla: comérselos a bocados pero así como suena, sin metáforas ni reparos. Así viajaron por su esófago hasta cinco de ellos, momento en que la madre de las criaturas, posiblemente cansada por lo inútil de sus embarazos, optó por cambiar a Zeus por una piedra y esconderlo en una isla para proteger su tierna infancia. Los proyectos glotones es lo que tienen, les da lo mismo hijos que piedras. Con el paso de los años Zeus cumplió lo prometido y derrocó a su padre, y el proyecto se acabó derrotado por su propio hijo.
En fin, que visto lo visto he de reconocer que está justificado el presupuesto destinado a buscar nombre para el auditorio de congresos y conciertos, porque está claro que los nombres los carga el diablo.
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