Ya se que siempre digo que no hay que sacar las frases de contexto, cosa esta que, en cierto modo, podríamos llamar la ciencia y técnica del titular. El caso es que estos días me ha pasado en un par de ocasiones aquello de leer una frase y ser incapaz de reprimir una respuesta o proponer una continuación o conclusión sin esperar más, es decir, sin leer el resto.
La primera fue hace unos días, cuando la ministra de cultura abrió unas jornadas sobre políticas de igualdad de sexos en los ámbitos del arte y la cultura (como diría el poeta de perejil… manda gí¼evos con el título de las jornadas). Con esto que acabo de decir doy más pistas que las que tuve yo cuando leí el titular que decía “González-Sinde lamenta la tardanza en reconocer el talento de las mujeres”. Para cuando quise evitarlo ya me había dicho yo… si es el tuyo creo que tardaremos todavía mucho más. Pero luego más sensato lo pensé, y sin apenas darme cuenta me encontré otra vez diciéndome aquello de… ¿y por qué? ¿es que todas las mujeres son talentosas? ¿es que lo son todos los hombres? ¿no será más bien que hay que reconocer sin tardanza ni demora el talento de las personas humanas sin pararse a pensar si son personas mujeres o personas hombres? ¿es que realmente no es esa la igualdad que debemos reclamar? ¿es que no debemos comenzar a educar y educarnos en que decir que no todas las mujeres son buenas ni inteligentes ni talentosas no es decir que todas son tontas, torpes y mediocres? ¿es que no será nunca posible un mundo sin generalizaciones de género, sean positivas o negativas?
En fin, que me dije a mi mismo que habría sido un lapsus, pero es que resulta que hoy mismo, mientras esperaba mi turno para comer, empiezo a leer la columna de mi compañera del diario y según arranco con una frase que decía sobre cierto papel creado el 10 del diciembre de 1949: “se crea el documento por excelencia más elevado para la humanidad” y otra vez no lo he podido evitar. He pensado para mí… pues yo pensaba que el DNI era más antiguo. Penssaba incluso que era eterno. De hecho, toda mi vida documentación era igual a documento y documento por excelencia era “er deneí”. Eso te mantenía vivo, aunque a veces fuese un poco magullado, te permitía viajar, aunque a veces tuvieses más paradas que las necesarias, y te hacía conservar tu moralidad y otras cosas gracias a la necesaria presentación que descubría tu minoría de edad a la puerta de cines, bailes y otros templos de satán. Pero no. Resulta que en realidad se trataba de la declaración de los derechos humanos. Que le vamos a hacer. Vistas las cosas, tengo la impresión de que para muchos sigue valiendo más el dni. Para los pobres porque está plastificado y no es como el otro, papel mojado por las lágrimas. Para los que más que ricos, son fabricantes de pobres, porque el dni les sirve para repartir subsidios y limosnas y contar los que están en el paro, y saber a quienes hay que embargar y todas esas cosas útiles de verdad. el otro, el de los derechos es para los humanos, y humanos son ellos ylos demás bestias y a ellos, ciertamente, les sobran los derechos.
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