Publicado en Diario de Noticias de ílava el 11 de enero de 2011
Se acabó la navidad. Empezaron las rebajas. Siguieron las huelgas. Las calles de lo viejo se van poblando. Las del ensanche también. Los caños se van despejando. Los belenes van camino de sus cajas. Las cajas camino de su fusión. Hace frío. Es enero. Es Vitoria y es Gasteiz. La fusión será fría. El invierno no. Pagaremos sin quererlo el calor del sur, de caja sur por concretar. Pero eso sí, ahora lo haremos todos de acuerdo. Las Mercedes andarán con la luz de los molinos. Sus aspas vendrán de La Mancha. La deuda con la que se fueron la pagaremos nosotros también.
Pediremos nuestras mercedes y tendremos como siempre un no. Seguirá el obispo campando por sus catedrales, y por sus ermitas también. Pagaremos a golpe de impuestos las obras abiertas al público y las que apenas se abren también. En La Puebla de Arganzón haremos nueva la Antigua. Será la Virgen recóndita, y para poderla adorar siete o diez días al año los paganos del estado aconfesional pagaremos las tejas y los paños. Luz no pagaremos mucha, porque aún a pesar del nuevo tejado habrá pocos días que iluminar.
Por las calles vitorianas circulan entre baches tranvías y autobuses. No hay mallazo ni cemento capaz de tapar las grietas de tanto monumento. Que no se olvide nadie, estamos abiertos por obras y cerrados por rebajas. Los padres y las madres se pegan por salir a vigilar a los niños mientras juegan en la plaza. Se fuman un cigarrito y se calientan junto a la llama. Nadie explota. Ni aunque juntes gases y soflamas. Nos rebajan sueldos, nos acortan jubilaciones, nos suben hipotecas, recibos y derramas. Y todos callados. Y eso que empiezan las rebajas con ruido de playa. Arrancan con huelga de textiles, que son los que llevan bañador, mientras que los nudistas, Cibeles incluidos, ni holgamos ni sudamos. Sopla viento sur. Es invierno. Son rebajas. No tenemos un euro y como no fumamos andamos a gritos peleando en semáforos y garitos. Suena el timbre salimos a la calle y decimos hoy, como antaño dijimos aquello de “y yo con estos pelos”, esto otro de “y yo con estos humos”. Ahora tenemos el móvil y como no sabemos apagarlo no tenemos que correr hasta el fijo. Lo usamos para escaparnos o ser maleducados, que no hay cosa peor que tomar potes con un moviladicto.
Eso sí. Son muchos los que con esto de los bares sin humo van asaltando las ópticas. ¿Cómo que me hacían falta gafas? Ahora que no hay humo veo los precios de las gambas desde la otra punta de la barra”¦ y yo con estos humos.
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