Parece mentira que un simple sufijo acabe dando tantos quebraderos de cabeza, y no me refiero a los que se asocian al singular, (mi ex) sino a los ex que son ex más colectivos. Tampoco me refiero hoy a la innata tendencia que tienen los ex de no resignarse a serlo, y haciendo uso y hasta abuso de su emérita condición y al amparo de su etérea situación que les hace intocables, sueltan lo que les viene a la lengua sin mayor preoucpación por el futuro de sus sucesores, la siguiente camada de exs. Hoy lo que me preocupa es la paradójica polémica acerca de sus retribuciones. Paradójica porque, convencidos como están los grandes, de que esto de los ex es cosas suya, PP y PSOE han demostrado una vez más su capacidad para llegar a acuerdos y para olvidar agrias polémicas y sangrantes descalificaciones cuando del estado y sus cuestiones se trata. Vamos, que han ventilado el asunto en un visto y no visto, hoy por tí y mañana por mi.
Pero la cosa no deja de tener su enjundia. No parece descabellado ni desmedido disponer de unos fondos que eviten en su caso que todo un expresidente acabe en la indigencia, durmiendo sobre unos cartones y dándole con fruicción al Don Simón. Más que por ética casi podríamos decir que por estética esto no sería deseable. Claro que, lo mismo podríamos decir de actores, escritores, albañiles, obreros o agricultores. Es tan humano como necesario evitar que nadie viva en la indigencia, haya llegado a esta por méritos propios o desvelos ajenos. Porque todos sabemos que la vida da muchas vueltas, y muchos reconocemos que demasiadas veces nos pilla debajo siempre a los mismos, es lógico que todos pongamos un poquito de lo nuestro para evitar estas situaciones.
Lo que ocurre es que si el tal expresidente es económicamente autosuficiente, igual que si lo es el actor, el escritor, el albañil, el obrero o el agricultor, no tiene sentido dotarle de más medios a costa del resto. Eso es bapasar de buenos a tontos. Los recursos se dan al que los necesita, al que no los tiene. No deben servir para engordar bolsillos llenos, y más aún cuando no son pensiones ganadas a golpe de año cotizado sino un a modo de seguro contra la indigencia. En todo caso una prestación que debiera concederse con rango de exclusiva, es decir, que si el ex se resigna a su papel da gratis las conferencias y reparte por doquier su experiencia y su saber con quienes le eligieron en su día y le pagan su regalía el resto de su vida, pues bien. Pero si prefiere dedicarse a desayunos, cenas benéficas, consejos de administración, asesorías y otras actividades por el estilo, que las disfrute y las cotice, y que se jubile como todo hijo de vecino, a expensas de su trabajo y de la cotización solidaria con que contribuye al común. Visto lo visto además no creo yo que vayan a tener problemas en encontrar ofertas. Problemas de oportunidad, porque la ética y ese tipo de zarandajas tengo la impresión de que las dejaron tan atrás como su acceso al cargo.
Leave a Comment