Publicado en Diario de Noticias de álava el 15 de Marzo de 2007Â
Decía un chiste que cuando dios diseñó el mundo intento repartir con equilibrio los distintos recursos para evitar crear desigualdades. El desierto le quedó seco, pero escondió Â petróleo debajo. En otros sitios puso minerales, en otros abundante vegetación , en otros amplias llanuras para que pastase el ganado, y así un poco de todo para todo el mundo. Cuando terminó su obra la estuvo observando, y de repente recaló en Argentina y se dio cuenta de que se había pasado. Tenía petróleo, minerales, grandes bosques, mejores paisajes, enormes y fértiles llanuras, vamos, que tenía de todo y en gran cantidad. Aquello había que arreglarlo, pensó dios, y se puso manos a la obra y lo arregló, creó a los argentinos.
Si hay algo en lo que todos coincidimos es en el momento clave que vive Gasteiz y en las grandes oportunidades que le ofrece para construir futuro. La oportunidad que plantea la recuperación del espacio que ahora ocupa el ferrocarril, la llegada de los trenes de alta velocidad, la urbanización de los nuevos barrios, la recuperación del casco viejo, y tantos y tantos proyectos despiertan la ilusión y el optimismo tanto entre quienes gobiernan como entre quienes aspiran a hacerlo y como entre los que saben que posiblemente no lo hagan, pero que aún así son conscientes de lo importante del momento.
Lo que ocurre es que a Vitoria a veces le pasa como al chiste. Vitoria tiene suelo liso, tiene espacio, tiene un moderno tejido industrial, tiene una dimensión envidiable, tiene agua suficiente, un entorno envidiable, vamos que tiene de todo y en cantidad. Pero visto como acostumbramos a funcionar, con nuestros complejos y nuestras miserias, con nuestra dificultad para cerrar grandes acuerdos , a veces uno tiene la impresión de que para arreglarlo dios creó a los vitorianos.
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