Publicado en Diario de Noticias el 11 de Marzo de 2007
Ayer ílava se despertó sobresaltada. Lo curioso es que el terremoto en Salinas de Añana no nos despertó, fue a las 7:30 am, y a esa hora el que está despierto está muy ocupado, y el que no muy a gusto. El sobresalto vino cuando leimos en la prensa on-line y oimos en las emisoras de radio la noticia.
La verdad es que si alguien va a Salinas de Añana, sin conocerla ultimamente, y ve el valle salado, su impresión será que la prensa le ha engañado, que no puede ser que un terremoto por debajo del 3 en la escala ritcher cause tanto daño. Y es que es encomiable el esfuerzo que se hace en recuperar el aspecto de las salinas, pero, bajo el filtro de la óptica de una cámara, ofrece todávía un sinfin de encuadres que se ajustan más a la noticia del terremoto que a la de la explotación turística del valle.
Lo de las eras de Sal es un tema de estudio, pero no solo por su componente histórica, por los orígenes de su explotación, por el complicado equilibrio geológico que se esconde bajo ellas, por la importancia de la villa en numerosos momentos, por su peculiar manera de jugar a los bolos, casi única, por sus tradiciones y por todo lo demás. Es un caso de estudio por la manera en que en apenas 30 años se puede desbaratar un entorno humano, esto es, personas, lugares de habitación y espacios de trabajo.
Hace 30 años o así, el valle salado estaba en explotación, y lucía maravilloso. Era todo un espectáculo, de formas de luces, de reflejos, todo ello en un rincón semioculto de la campiña alavesa que diría el ínclito Donnay. Pero las cosas se torcieron, y cada cual tiene su explicación y a menudo también su acusación. Pero el resultado, es que recuperar nos va a costar mucho más de lo que nos hubiese costado mantener. Y es que a veces, una intervención a tiempo, aunque sea traumática, aunque parezca costosa, es mucho más eficaz y eficiente, que esperar a que el problema reviente en toda su intensidad y buscar la forma de arreglarlo.
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