En todo este proceso abierto en el norte de ífrica, o el sur del mediterráneo, según se vea, según se mire, hay algo que no me acaba de enstusiasmar. Y es que tengo la impresión de que lo único que van a conseguir los sufridos habitantes de estas tierras es un cambio de hijo putas.
Fue, y conviene recordarlo para evitar que el origen de la cita se pierda, Franklyn Delano Roosevelt (que vaya usted a saber porqué en castellano se escribe Franklyn D. Roosevelt), o su secretario de estado Corder Hull,  quien hablando de Anastasio Somoza, reputado dictador nicaragí¼ense, dijo aquello de… “Puede que sea un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta”. Los occidentales acostumbramos a gestionar así nuestra política exterior cuando esta se convierte en política interior de paises cuyos bienes y servicios consideramos interesantes para nuestra propia política interior. Y así lo llevamos haciendo durante años en esa zona ahora en conflicto. Así lo hacemos con un ingrediente sangrante más.
Los que ahora son nuestros hijo putas en la zona, no lo fueron siempre. En más de una ocasión, como quizás en la del propio Gadaffi, son los que derrocaron a nuestros anteriores hijo putas, con legítimas y lógicas aspiraciones de cambio y mejora para sus pueblos. En esas zonas lo de paises nos lo inventamos mayormente nosotros a golpe de colonia). Fue nuestra diplomacia la que despertó al hijo puta que mucho lider lleva dentro para nuestro propio beneficio, el de los hijo putas y el nuestro. Y ahora el tema se nos ha ido de las manos… relativamente.
Lo hablaba ayer con unos amigos mientras compartíamos una cerveza. Ella me dijo que lo que hacían ahora los africanos del norte era comparable a lo que hicieron los frnaceses hace un par de siglos, y yo le dije que me temía que, desgraciadamente no. Que estos lo hicieron hace años, cuando echaron a los colonizadores europeos, y que ahora están en todo caso, derrocando a sus napoleones, pero que, aún así, dudo que el devenir sea el mismo que el de nuestras revoluciones occidentales; que más bien me parece nuestros intreses harán que de aquí a poco, y con los oportunos maquillajes, todo siga igual para ellos allí donde están. Tardarán en despertar del sueño lo mismo que tardemos nostros en envcontrar a nuestros nuevos hijo putas.
Algo de eso ya está pasando en Tunez, donde el cambio producido es básicamente la huida de un hijo puta de los nuestros. Pero ya tenemos candidatos, y el éxodo no ha sido tan nutrido  como la extensión de la corrupción y la opresión lo aconsejaría. Tres cuartos de lo mismo va pasando en Egipto y tres cuartos pasará en Libia también. La contundencia de la resolución adoptada por la ONU indica que ya tenmso fichajes entre los rebeldes.
Com decíamos ayer también entre cervezas, los repatriados de Repsol, BP, Gulf, Shell y quien corresponda abandonan Libia con billete de ida y vuelta. Esperan lo más lejos en Malta a que las aguas se calmen y el petróleo vuelva a fluir. Sus jefes se limitan a cambiar algún número en las agendas de su movil, el nombre sigue siendo el mismo, nuestro hijo puta en trípolí, el cairo o Bahrein
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