Publicado en Diario de Noticias de ílava el 8 de marzo de 2011
Presentamos hoy una nueva entrega de sociología tabernaria, antropología hostelera o usos y costumbres de gente tan poco respetuosa como respetable que se ponen de manifiesto en los bares y tabernas. Hablando de teles y de bares uno siempre piensa que terminará tratando con, de o contra cierta conocida sociedad con rango de general. Pero ese no es el caso hoy.
Hoy veremos cómo somos realmente y cómo nos descubrimos no ya solos frente al televisor sino en compañía y delante de otros. Del mismo modo que en la intimidad del hogar las relaciones de poder se establecen en torno a la prioridad en la tenencia, uso y disfrute del mando a distancia, en bares y tabernas se trata de ver quién tiene más morro, quién grita más alto o simplemente quién tiene más ascendiente sobre el taskero.
Va uno armado de taburete y bebida larga y se queda atrapado frente a la tele. Incluso llega a interesarse en uno de los programas que emite (a este respecto, y por la cosa del ruido, los subtítulos de las modernas TDTs son de gran ayuda). Lo habitual es que en ese momento llegue alguien con clara vocación de paso, o sea de los que se va a tomar un vino e irse y dice aquello de”¦ ¿pero no tienes el fútbol? Y es evidente que no, por lo que es fácil suponer que lo que trata de decir el parroquiano es”¦ Pon el fútbol. Y va el camarero y lo pone, y va y deja a los presentes sin saber quien es el asesino, si el bebé del elefante llegará o no al río a beber, o si las imágenes que ve son de Egipto, Libia, Túnez o yo que sé. Aunque marche pronto y se restablezca el status quo anterior ya suele ser tarde.
Está también el que no contento con su fútbol dice aquello otro de”¦ dale voz, que no se oye. Y resulta evidente que es así. No se oye porque es posible que haya quien no lo quiere oír, y que ya que pasará el resto de sus días pensando en el asesino que no llegó a conocer, se consuela oyendo música o charlando con un amigo o conocido, pero tampoco. Como si uno no supiera claramente lo que es un fuera de juego tiene que oír a todo volumen como otro se lo dice.
El pobre camarero se queda siempre en medio. Si pone la tele porque la pone, si la quita por que la quita, si está alta porque no está baja y si no al revés. Así que llegados a este punto, cuando le llega la carta de la sociedad, la general, y le dice que encima de sufrir tiene que pagar, no es extraño que más de uno tenga ganas de sumarse al apagón digital y analógico, y salirse a la calle a fumarse un cigarrito o 110.
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