Publiado en Diario de noticias de ílava el 22 de marzo de 2011
Han llegado a mis oídos desde Praga ecos de un creciente interés por nuestro territorio, y no son, hablando de ecos y de pragas, para dar unas vueltas por el cementerio. Proceden de la mundialmente desconocida Sociedad para el Reconocimiento Universal de las Aportaciones más Sonadas a la Materialización Vital del Legado Espiritual de Kafka. Se refieren a la forma en que se concretan los discursos, estudios, propuestas e inversiones en lo que a la movilidad se refiere. Eludo lo de sostenible porque salvo para la sociedad citada y a mayor gloria de Kafka, hay cosas que no se sostienen.
Supongamos que vive usted en una localidad, cuya situación en lo que a la adscripción administrativa es ya de por si kafkiana, y quiere ir a Vitoria ““ Gasteiz un viernes. Supongamos que imbuido de principios y valores propios de nuestros días, prescinde del vehículo propio y se arroja en brazos del trasporte público. Supongamos que sonrisa en ristre pone sobre la mesa los horarios de trenes y autobuses para cumplir con lo anterior.
Dejemos de suponer.
El último tren pasa a las 17:27, y es muy pronto. El bus de las 19:35 tampoco me sirve. El de las 21:45 es el que me viene más a mano. Miro en Internet y si eso llamo y lo confirmo. Craso error. No existe. Bueno, si pero menos. Si alguien de Logroño quiere ese día y a esa hora parar en La Puebla existe. Si fuese sábado o domingo también, pero hoy es viernes. En atención al cliente el bus ya no existe ni en Logroño. En la estación más de lo mismo. Si alguien se baja usted se sube, si no se queda usted en tierra”¦ de nadie. Podría comprar el billete anticipado en la taquilla. Pero como aquí no hay y no tengo billete para ir a comprar el billete pues nada. Por internet tengo que pagar más de 1€ de comisión por el 1,35€ que cuesta el billete. Menos mal que un alma caritativa me informa de que a las 20:07 uno que viene de Miranda me recoge. El bus viene y existe, y hasta baja una vecina, pero yo no puedo subir. El conductor del autobús vacío me dice que no pueden hacer competencia a la otra compañía. La que ni viene, ni está ni se le espera, pienso yo. Al fin llegamos a un acuerdo tan kafkiano como ingenioso. Retrocedemos en el tiempo y el espacio, nos vamos con la imaginación hasta Armiñón y ahí cojo el autobús, que si que puedo.
Es lo que tenemos los humanos, que hablando nos entendemos. Pero tampoco mucho, que dicen los de Praga que como sigamos así no nos nombran Territorio Kafka con G de Green, R de Rueda y K de Capital.
Leave a Comment