Publicado en Diario de Noticias de ílava el 12 de abril de 2011
cuando me preguntan por mi actividad deportiva, siempre digo que corro unos mil metros cada dos años. El jueves pasado cubrí mi cuota bianual. Lo hice, como en las cuatro anteriores, por tierras de esas que aunque las escrituremos a nuestro nombre siguen, según nos dicen, perteneciendo a Burgos. Antes lo había hecho en tierras de La Ribera, de la Alta, pero eso es otra historia.
Son años acumulando anécdotas y recuerdos. Años olvidando los fríos y el sueño. Carreras casi en solitario por nuestras carreteras a las cinco de la mañana, a las doce de la noche, a las tres del mediodía o cuando corresponda. Sirva como ejemplo la noche de un lejano 2001 en que tras entregar el lekuko y recuperar el aliento me encontré solo, viendo como se perdía en la noche la caravana con sus luces. Desamparado y con las piernas hechas migas no tuve más remedio que ponerme a cuatro patas y seguir el arcén de la calzada hasta que la luz del pueblo apareció tras una curva. Cosas de la inexperiencia y de no avisar a nadie para que subiera a recogerme.
Este año la korrika empezaba en Trebiñu. Hubo fiesta y conciertos. Hubo gran presencia de gente. Vinieron medios de comunicación. Televisiones y radios. Fotos que mostraban una multitud en marcha llenaron páginas a todo color. Pero cuando llegó el kilómetro 40 no quedaba nadie. La foto que saqué con mi móvil mientras esperaba en mitad de un bosque a 25 kilómetros de casa la llegada del lekuko me la tuve que hacer yo mismo.
Si no hubiese habido tanta foto que hacer igual hubiese corrido más cerca de casa. Igual no. Lo cierto es que cuando me acerqué a mi punto de partida recordé la sonrisa que me dedicó Javi Ruiz mientras ponía el cartel del kilómetro que me tocó hará seis años. Era prácticamente el mismo que el jueves tuve el gusto de correr. Qué más da. Para que el lekuko llegue a su destino todos los kilómetros cuentan y todos los pasos avanzan.
Este jueves la korrika llegará a Vitoria-Gasteiz. Los kilómetros perderán metros y ganarán corredores. Generarán más dinero a la organización, pero la ilusión y el compromiso será el mismo que el de esos largos kilómetros rurales. El jueves además será 14 de abril. Un buen día para recordar otros pasos y otras ilusiones. En Argantzun, en cuya Plaza luce aún la rotulación republicana que reza (valga la expresión en este caso) Plaza 14 de Abril, algunos republicanos nos juntaremos a compartir lo que llevemos en la segunda edición del botellón republicano. Salud y Korrika y República también.
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