Ayer fue el día de Sant Jordi, y por demás el día del libro también. Bonita costumbre esta de regalar libros. Yo mismo me regalé tres (son pequeños). Planilandia de Abbott, El amante de las librerías de Roy y Vathek de Beckford. Ya los comentaré cuando los lea. A mi hija le cayeron un par de ellos de Kika. Me gusta que le guste leer. Pero no hablamos ahora de niñas ni de mi. Hablamos de libros que recomendar, y hasta incluso regalar a los políticos.
He leido estos días una lista de libros que Xabier Peytibi ha elaborado con libros que regalar a políticos. Xabier es colaborador de Antoni Gutierrez-Rubí de quien ya he hablado en este blog, y a la recomendación tuve acceso gracias a un Retwit de Nacho Martín Granados que hizo Rafa Laza. Todos ellos reputados teórico-prácticos de esto de la política, y las redes, y la comunicación.
La lista en sí me hizo pensar. Como toda lista vale tanto por lo que contiene como por lo que sugiere, evoca o recuerda. Pero lo que me pareció más fructifero de ojearla fue interiorizarla y pensarla en primera persona, esto es, ponerme a hacerla yo.
Recordé entonces que entre las lecturas que he aprovechado para repasar estos días lejos de la vorágine había una que recogía un resumen de la entrevista que Roger Fort había realizado al ya citado Rafa Laza bajo el título de Radiografía de la consultoría política. Recorre una serie de ideas interesantes sobre el papel del consultor político, como el mismo Rafa define: “un profesional multiusos, a veces director de comunicación, a veces jefe de prensa, otras coacher, formador de portavoces, director de campaña, estratega, asesor personal”¦”. Inevitablemente se me unieron ambas citas.
Es mi opinión, que comparto en gran medida con la que Laza vierte en su Radiografía, que ese aglomerado de funciones que el cita y recorre concluyen en lo que vendría a ser la misión, y que al hilo de lo que Gutierrez-Rubí viene a defender en su Filopolítica, convierten al consultor, sobre todo en su faceta de consultor personal, en un a modo de preceptor, en una mezcla de Aristóteles, Séneca, Merlín, y hasta de Peter O’toole en “el último emperador”. Todo sin llegar a convertirse en Pigmalion, que la ética existe.
Por eso me ha llamado la atención no encontrar en la radiografía una tarea que encaja a la perfección con el trabajo y el perfil del consultor tal y como yo lo veo. Recomendar lecturas.
Recomendar lecturas es una manera de motivar y relajar. Elegirlas con mimo y cuidado es una manera de hablar sin hablar, de compartir mundos y experiencias y de aprender cada día más. Para recomendar lecturas es imprescindible esa relación de cercanía y de complicidad, y es fundamental conocer bien a la persona a la que se las vamos a dar. Conocer sus limitaciones y sus potencialidades, sus gustos y sus aficiones, y en base a ello trabajar para evitar el hastío, para jugar con la disonancia, para evitar la frustración, para potenciar las capacidades y enriquecer el repertorio. Para buscar que se centre y se concentre y para darle puntos de fuga, momentos de escape y paraisos en los que descansar.
La mayoría de los políticos no conducen a diario. Muchos de ellos tienen tiempos muertos en sus desplazamientos, y de estos desplazamientos hay dos que suponen momentos estupendos para las lecturas, el de inicio y el de final del día. Las lecturas a recomendar deben ser radicalmente distintas.
Por la mañana, para iniciar el día son buenos los ensayos. ¿Todos? No, especialmente aquellos que son fragmentarios, Bien sean aforismos, setencias o pensamientos, bien artículos no demasiado extensos, bien tratados o manuales más extensos que no exijan una lectura contínua y continuada para poder ser entendidos. Estas lecturas despiertan el pensamiento, y bien seleccionadas hacen que de cada idea leida surjan ideas pensadas, disgresiones, y autoreflexiones. Uno comienza el día con la mente engrasada y con ideas en la cabeza. Incluso a veces puede uno tomar alguna nota e ir ampliando el repertorio de citas.
No es mala idea, durante el desayuno o en algún momento de relax mantener unas palabras sobre lo leido. Fijan ideas y abren caminos para nuevas sugerencias.
Estoy en este campo pensando en cosas como las meditaciones de Marco Aurelio; recensiones de artículos, A paso de cangrejo es un buen libro de Eco, y el mismo filopolítica del ya citado Gutierrez-Rubí también es muy útil en este terreno; algunos fragmentos de diálogos, Seneca, Aristóteles; El arte de la guerra de Sun Tzu; Aforismos de Kafka, Epigramas de un cínico de Bierce; Breviario de los vencidos de Ciorán… etc. etc.
Por la tarde, de vuelta a casa, es hora de tomarse un respiro. Es hora para la poesía o el relato corto. Para los más disciplinados la novela. Esto es ya un reto más personal, más del psicólogo que el consultor debe tener dentro. Sobre el mismo objetivo de desconectar sin dejar de cultivar, cada uno tiene sus gustos y sus aficiones, e incluso sus días. Yo suelo desplazarme con más de una lectura, y la elijo según es el ánimo del dia. Los hay que estoy más meláncólico y me gustan historias sensibles. Los hay que lo que quiero es evadirme y me gustan las aventuras; los hay que estoy soñador y viajero, y me gustan los relatos de viajes y lugares. Hay lectores más regulares, que pueden ir siguiendo una novela, pero hay que tener cuidado con ellos. Si no son disciplinados y la novela es buena pueden engancharse y descuidar otras funciones, de ahí mi recomendación de los relatos breves. En cualquier caso, estas lecturas de la tarde deben buscar la apertura a otros mundos, a otros lugares, a otros tiempos o a otras realidades. De lo que se trata, no olvidemos, es de por unos instantes desconectar de la propia realidad, del propio mundo, de la propia época, del propio tiempo. A mi me gustan las novelas de Marco Didio Falco (Lindsey Davis), la literatura japonesa, los relatos de viajes, etc. etc.
Las vacaciones son también un buen momento para asegurarse de que el político echa en su maleta unos cuantos libros. El criterio dual recién mentado es también válido aquí. Si acaso puede buscarse en ambos extremos alguna lectura más extensa. Eso sí, igual que como dijimos antes, tan importante como recomendar es seguir lo recomendado, charlar sobre ello, evaluar los efectos y los afectos, analizar los errores y los fiascos y extraer conclusiones.
En resumen (epílogo que diríamos) las recomendaciones literarias y la lectura en general pueden ser una importante herramienta en manos del consultor político. Ser a su vez un buen lector es por tanto un requisito importante a la hora de definir este perfil.
La lista me pareció una buena mezcla. Es lo que me suele gustar, cambiar de “palo”. Las catilinarias es una asignatura pendiente, es bueno recordarlo, y del de la relación entre la salud de los líderes y su forma de actuar tenía alguna referencia. Lo apunto también en la lista. Del mundo clásico un libro hasta divertido y muy útil es la vida de los césares de suetonio. Asusta el título pero insisto en que es muy ilustrativo… seguiremos hablando de libros… y de más cosas
Gracias, Javier, por la referencia. Estoy de acuerdo en que el tema de aconsejar libros es totalmente personal. En mi lista, me tomé mi tiempo 😉
Y sí, es cierto que entre los “deberes” de un consultor también está el de aconsejar libros, que hagan reflexionar, madurar ideas, cambiar modos de pensar, crear nuevas conversaciones…
Saludos!
Mis recomendaciones….
http://www.gutierrez-rubi.es/index.php?tag=zona-libros