Yo antes tenía una simple y llana tarjeta tonta. Tenía que firmar cada vez que pagaba en un comercio, bar, restaurante gasolinera o yo que sé.
En los cajeros ponía una mano encima de otra y tecleaba mi pin. A veces, en mi vida me ha pasado no menos de tres, recibía mis estractos y descubría algún abuso. No problem, just wait. Quiero decir… mi firma es mi firma, y si alguien la falsifica es fácil de demostrar, enseñes o no el DNI, hagas lo que hagas, una compra es una compra y no es complejo de demostrar que tú no has hecho la compra, y “los mercados”, a devolver.
Las tarjetas de crédito son una tecnología antigua, algo menos de tres “twits” almacenados en una banda magnética, que están, como antes se hacían super optimizados y que contienen de todo menos el Pin. El numerico ese que marcamos en el cajero. Te pueden robar la tarjeta y hasta hacer algunas compras, pero sin el PIN nadie puede saquearte la cuenta. De ahí los tecnológica y logísticamente complicados sistemas para montar cajeros falsos con cámaras que muestren lo que tecleas cuando te piden el pin. Tanto esfuerzo es simplemente porque es rentable para el ladrón y oneroso para nosotros. Las entidades bancarias tienden a desentenderse cuando una operación se hace marcando el PIN, el número secreto del que el usuario de la tarjeta, o sea tú, eres el único dueño y responsable. Pero contra una firma tienen más problemas, ahí los responsables son ellos y tienen que devolverte lo que un falsificador compró por tí.
Pero ahora nos indican que eso de la firma es anticuado e inseguro. Y nos demuestran que lo mejor del chip. Y entonces nos ponen en las manos un cacharro que a menudo no tiene defensas visuales y que se nos pone en una cola donde muchas miradas pueden vernos teclear el pin. Y todos tan contentos. Los bancos nunca se harán responsables. Los ciudadanos nos sentiremos más seguros porque no tenemos que enseñar el dni, y cuando alguien nos saquue la cuenta, en vez de jodernos una simple compra que recuperaremos en unos meses, lo mismo hasta nos damos cuenta de que, una vez más, la banca siempre gana.
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