Hace muchos años, un grupo de visionarios, ilusionados, revolucionarios, antis y pros, una mixtura de intereses, ideologías y pasiones, puso en marcha un proyecto al que llamaron segunda república. Tanto por su desarrollo como por su final, la segunda república ha sido y es un icono para muchas generaciones de gentes unidas básicamente por una idea común, el progreso, pero el progreso entendido como avance social, como extensión de la justicia, como difusión de la cultura, como creación de un nuevo universo en el que prime sobre todo el hombre entendido como animal solidario.
Fue un catorce de abril. Fue en Eibar. Este sábado nos hemos juntado unos pocos amigos, cada uno, como se suele decir, de su padre y de su madre, y todos juntos hemos brindado al grito de… a la tercera la vencida.
Ya no pedimos la cabeza de los reyes, nos basta con su corona, ya no hablamos de hacer comunas ni de inncuatar fábricas, bancos y comercios, aunque en algunos casos igual debiéramos hacerlo. Básicamente vemos con nostalgia aquellos tiempos que no vivimos, y aspiramos, a que simpre quede un republicano, un buen republicano en estos tiempos en los que la gente denosta la política, da la espalda a la sociedad y se va encerrando en las cuatro paredes de una tumba cada vez más profunda.
A mi siempre me despiertan una sonrisa las palabras de Xabier María de Munibe, Conde él y fundador con otros de la Ilustrada Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País, con las que suele recibirse a los nuevos Amigos, y en las que el Conde nos recuerda que “No basta en adelante el ser buenos Amigos, buenos padres de familia, buenos Republicanos,…., hasta aquí podíamos ser solamente nuestros, ahora debemos ser todos del Público”. Pues eso, que tal como van las cosas, podríamos conformarnos hoy en día con ser buenos amigos y buenos Republicanos.
(Por diversos problemas he tardado unos días en poder publicar los textos, pero voy a intentar irlos recuperando con su fecha original, como este)
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