Ayer conseguí escaparme… me quedé en la granja. Pero hoy he salido y no lo puedo evitar… todo el mundo, bueno corrijo, una parte de todo mi mundo, porque mundos hay muchos hasta dentro de uno, está hablando, como no podía ser menos, de las elecciones.
Y no voy yo a ser menos, ni más tampoco. Lo primero humildad y modestia, pero sí que hay algo que se me ocurre comentar, o soñar si se prefiere. Tampoco me voy a poner a hablar del reino. Pero si que hablaré de esta hermandad que regida por sus juntas no es subdita forzada sino voluntaria y foralmente pactada (eso es lo que dicen unos y discuten otros, pero dejemos la historia foral para otro momento). Me refiero simplemente a álava. La circunscripción que, no olvidemos, el 20 de noviembre, pasando por encima de Franco y José Antonio elegirá a los cuatro diputados que la representarán en cortes. Porque así para empezar, y no conviene olvidarlo, ílava no elegirá a Rajoy ni a Rubalcaba (uyyyy casi me sale Zapatero, pero a ese me parece que ya le han mandado a sus zapatos). ílava elegirá a sus cuatro representantes, a los que deben velar por los intereses de ílava, por las inquietudes de los alaveses, y por que las sensibilidades que aquí convivimos tengan su voz en las dichosas cortes, las de Madrid, no las de Bilbao.
No digo con esto que los alaveses no tengan por qué olvidarse de todo lo que pasa más allá de Rivabellosa o de Albeniz, sino todo lo contrario, que a la hora de elegir habría que buscar la fórmula de que todos los alaveses nos podamos sentir representados. Hasta los que vivimos en Burgos y moramos en el corazón del territorio.
Tradiconalmente van para madrid los que representan a la tradicional derecha alavesa, llámese como se llame, ahora se llama PP. Van también los que representan (?) a esa tradición sindical y obrera que también existe desde hace años más en Vitoria que en álava (bien lo se que hasta tengo a la familia lejana en el tiempo implicada en ello). Les acompañan habitualmente los que reprsentan a esa tradicón nacionalista que no debe olvidarse ni ser olvidada. ¿y el resto? El resto nos quedamos en casa discutiendo quien es más el resto y quien es un traidor, y quien es yo que se que.
De los del resto parte quiere juntarse con los que ya van solos. Es tanto un error como un antinatura. Ni para construir país pueden juntarse latxas y latxinas. Cada cual bien sabe lo que hace, y a veces no queda duda de que unos más que otros. Por eso sobreviven y capean sus temporales y tormentas.
El resto sigue pegándose entre ellos, lo cual es más entretenido y el otro resto anda con sus acampadas y sus marchas o simplemente no anda, se queda en casa quejoso de la que le viene encima.
Y digo yo entonces si no sería posible, y ahí empiezan mis sueños, formar algo así como una coalición de “los otros”, o sea de “nosotros”, y al grito de “nosotros somos los otros y también pintamos” poner nuestra voz en las cortes lejanas al servicio de nuestras utopías. No hace falta mucho programa, pero si fuertes compromisos.
Compromiso de hacer valer la voz de la ciudadanía sobre todo. No se trata de ser abertzales, federalistas o republicanos unitarios. Caben casi hasta los monárquicos, siempre y cuando quede claro que seremos lo que todos queramos, y que para eso nada mejor que preguntarnos no por curiosidad, sino por obligación de cumplir con lo que decidamos.
Compromiso de unirnos los de aquí y los de allá cuando de poner frenos a bancos, cajas y mercados se trate.
Compromiso con impulsar entre todos un mundo más acorde a nuestros intereses y más alejado de lso que solo se preocupan de cobrarnos sus intereses.
Compromiso de producir lo que necesitemos de verdad, y dejarnos de jodernos los unos a los otros, de seguir soñando que explotamos a los chinos mientrs ellos revientan su tierra, sus ríos y su aire y hasta a si mismos.
Compromiso de compartir lo que producimos en exceso para vivir todos en esta bola como humanos.
Compromiso con respetar el mundo que recibimos y dejarlo en condiciones para nuestros descendientes.
Compromiso con la libertad, con la justicia, con la recuperación de lo que la democracia debió ser y poco a poco nos han ido quitando.
Compromiso sobre todo con dejar de pegarnos por ver quien de nosotros es más nosotros y demostrarles a los otros que nosotros en conjunto también existimos, y que frente a ellos, frente a todos ellos, somos con nuestras diferencias pero en conjunto realmente los únicos que tenemos derecho a apropiarnos de la denominación “los otros”.
Compromiso de renunciar a las siglas y los nombres propios para dar voz a todos los que nos quedamos siempre mudos.
Compromisos de ser trasparentes y donar todos los fondos recaudados al común, y hasta si se me apura, una vez cubiertos gastos, dar la vuelta a la tortilla y vivir con el 0,7 dejando el resto a compensar el desarrollo paupérrimo y ajeno.
Vaya, suena el despertador… que sueño más raro he tenido esta siesta.
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