Ultimamente proliferan en Facebook esos textos, generalmente chillados (o sea en mayúsculas) que terminan invitando a copiarlos y pegarlos en nuestro muro. La cosa no sería grave si no fuese porque somos muchos los que hacemos caso. Los copiamos, los pegamos y lo hacemos sin apenas leerlos y muy a menudo sin pensarlos. Y así nos va.
Este es uno de los casos en los que las redes sociales y las nuevas tecnologías no es ya que no inventen nada, sino que se limitan a hacer más fácil lo que afortunadamente antes era más costoso y por eso mismo menos frecuente. Llámale viralidad, llámale hoax, llamalé como te de la gana, al final es aquello que tanto nos hizo gastar en sellos cuando éramos pequeños. En aquellos años era la peseta o el sello que tenías que enviar por correo a cinco o diez amigos. La cadena aquella que te prometía fortuna y felicidad nunca se cerraba.
El fax facilitó el proceso, el correo electrónico no digamos y de un tiempo a esta parte el facebook nos inquieta de forma creciente con la costumbre esa de copiar y pegar en nuestro muro cosas, aunque sea solo una hora.
Copiar y pegar es más fácil que leer y pensar, y por eso mismo mucho más dañino. Los trabajos de nuestros estudiantes así lo demuestran, incluso algunas novelas y otros artefactos literarios de famosos no-escritores lo atestiguan. En el caso de los mensajes de los que hablo el orden de los factores resulta además muy importante. A menudo copiamos, pegamos, y cuando luego leemos y pensamos en lo que hemos copiado y pegado se nos queda cara de gilipollas.
Pueden darse varios casos.
El caso faemino
Le llamo así porque me recuerda al inicio habitual del show de faemino y cansado, cuando insultan a ese dentista que es el único de cada diez que, por eliminación, recomienda chicles con azucar. Son esos mensajes de solidaridad con los enfermos de cancer, con los autistas, con los habrientos de somalia o con lo que sea. Causas de esas que nueve de cada diez “personas humanas” suscribimos lógicamente, más que nada porque somos humanos y aún mantenemos algo de sensibles. Más útil sería identificar a los que no las suscriben y eliminarlos. Más inteligente tácticamente guardar estos recursos para los casos necesarios, aquellos en los que realmente se trate de modificar una conducta social o una ceguera institucional. Algo que haga que nuestra solidaridad, e incluso nuestra voluntad de manifestar lo que sentimos tenga un objetivo en que concretarse. Sería incluso suficiente que nos hiciese pensar.
El caso Speaker corner
A todos nos gusta echar discursos pero no todos sabemos. Por eso, y por razones similares al caso anterior, suscribimos y esparcimos manifiestos con los que, a menudo y excluidas las partes más obvias, si nos paramos a pensar tampoco estamos tan de acuerdo. Es como los referendums… haga usted el debate que yo redactaré la pregunta y diga lo que diga, como solo puede decir si o no saldrá lo que yo quiera. Además, para que molestarse en leer si solo puede decir si o no.. lo pego o no lo pego. Como en el caso anterior, a menudo priman los lugares comunes mientras que se desvanecen los objetivos concretos, incluso aquellos que podríamos incluir en el apartado de “toma de conciencia”. Eso sí, nos hacen a menudo soñar que calmamos nuestra indignación pensando que ya hemos hecho algo cuando en realidad no dejamos de ser simples resignados.
El caso @
Llamaremos el caso @ a esos mensajes cuyo objeto es ponderar las capacidades, habilidades y proezas de ell@s y poner de manifiesto las torpezas, carencias y defectos de ell@s. Igual que los anteriores abundan en lugares comunes, y al igual que los anteriores también, calman nuestra necesidad de protestar. Al igual que los anteriores para poco sirven y casi nada arreglan. Eso sí, son de los que cuando los leemos nos dejan más cara de gilipoll@s, porque afortunadamente much@s de nosotr@s no somos así, no del todo.
El caso “”
Llamaremos el caso “” a uno que, siendo habitual en facebook lo es también, y por la propia naturaleza incluso más, en twitter. Se trata de las citas, frases redondas y pensamientos originales. Aquí si que hay que reconocer que hay de todo. Junto a auténticas joyas conviven frases confusas, conceptos discutibles y, demasiado a menudo… puro “bullshitting”. Frases rotundas que no dicen nada, pero eso si, quedan muy apropiadas. Reconozco que a mi me gustan los aforismos, tanto leerlos como escribirlos, pero a pesar de eso, o precisamente por eso, los que reproduzco los leo con cuidado y los pienso por entero. Con los que escribo hago lo mismo pero al revés… primero los pienso y luego los escribo.
En resumen, que me manifiesto contrario al corta y pega de pensamientos, y aún a riesgo de parecer un viejo profesor de parvulario soy de los que invito, porque no puedo obligar, a bloquearlo, de forma que no quede más remedio que escribir nosotros lo que citamos, porque así, igual, nos hace pensarlo, y en todo caso, nos hace asumirlo como propio, aunque no lo hallamos inventado.
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