Publicado en Diario de Noticias de ílava el 13 de septiembre de 2011
Aquí estamos de nuevo. De viejo también. Pasan los veranos y vienen los septiembres. La columna de columnistas cabalga de nuevo y afronta un nuevo curso. Somos un poco como los libros de nuestros hijos. Los del gobierno no los de la dipu. Los que cambian de manos, de forro y de nombre pero siguen siendo los mismos, no los subvencionados del recorte.
Y el caso es que nos encontramos casi con lo mismo que dejamos. Elecciones. Crisis. Mercados. Peps, Mourinhos, moros y cristianos. Y habrá quien me diga: ¡Qué agonías eres, menudo verano que hemos tenido! Y yo diré, pues mira tú que es cierto. Lo que pasa es que en verano no opinamos. Por eso cuando volvemos en septiembre tenemos que pensar si pasamos por alto lo ocurrido y atacamos con decisión el presente o si hacemos una recensión de temas pendientes, que visto como son las cosas a menudo es lo mismo.
Y es difícil escaparse a meses tan movidos incluso en Vitoria. Hasta el tren turístico ha sido noticia. Se ha estrellado. Unos dicen que fue culpa del “chauffeur”, otros del contrario y hay quien opina que la culpa fue del que convirtió un sentido en su contrario y dejó a la pobre madre Vedruna sin tener claro a estas alturas si es padre o madre. El soterramiento también ha ido avanzando. Ahora no es el tren, es la estación de autobuses, cosa que por si sirve de consuelo, cualquiera que viaje un poco en autobús comprobará que es la asignatura pendiente de muchas capitales. El auditorio, en su carrera a la excelencia acústica ha adoptado la cita de Davis, don Miles, y predica aquello de que “el silencio es el ruido más fuerte”.
Y es que Vitoria está cambiando. Ya no es aquella triste y gris ciudad de sotanas, chachas y militares que sólo abría los jueves para que viniesen los aldeanos. Ahora es la Vitoria de bermudas, cámara y plano. La que abre por obras hasta en agosto, ya sea en la catedral, en la Antonia o en la Florida. La que acoge un final de etapa sin salida y la que está en el centro de los debates más urgentes. ¡Quién se lo iba a decir a los votantes de Lazcoz o de Maroto! Quienes pensaban que habían apostado por meter mano a America Latina o a Euskaltzaindia, a Sancho el Sabio o a la Avenida se han encontrado con que entre ambos, al alimón, lo que van a reformar es la Constitución.
Y todo esto sin columna que les baile. Para el próximo verano habrá que buscar un rincón impreso y expreso para que no se nos escape el verano y podamos también en el estío tener un columnista de guardia.
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