Publicado en Diario de Noticias de ílava el 20 de diciembre de 2011
Una vez más somos los más. Apenas ha sido insinuar la racionalización de las fiestas y vamos nosotros y nos comemos las uvas con dos semanas de adelanto. Así nos evitamos las discusiones anuales sobre si vamos con la Pantoja, con los marineros de la Puerta del Sol o con el reloj de la cocina. Eso sí, en el invierno más suave de los últimos años hemos elegido el más invernal de los sábados posibles y así saldremos como buenos vitorianos sonrientes y ateridos al abrigo del paraguas y la bufanda. Sonrientes pero mosqueados, falsos y corteses como somos, porque las bodas las encargan los padrinos pero las carga el diablo y parece ser que no son compatibles las arras y las uvas, aunque todas acaben con b de brindis.
El caso es que como lo nuestro es quejarnos y apenas tenemos cosas importantes de las que hablar en esta ciudad el asunto del retraso lo vamos a llevar al parlamento si hace falta, que buenos somos los vitorianos. Que una cosa es convertir en 31 el 17 y otra bien distinta que las diez sean las nueve, y eso si que no. Que se empieza pasando el corpus al domingo y se termina celebrando el jueves santo en lunes de pascua. Menos mal que el año que empieza, este que está a punto de caernos encima con todos sus recortes, nos trae la Blanca en domingo, que si no ya estaríamos empezando desde enero a marear la perdiz con las fiestas. Aunque bien pensado seguro que allá por semana santa, caiga cuando caiga, empezaremos.
Y es que es normal que nos pasen estas cosas, porque si no lo hemos sido mucho nunca, ahora, con tanta capitalidad verde, nos vamos a acabar cayendo de puro verde, o sea de inmaduros. Vivimos nuestra vitoriana existencia con la cabeza llena de grandes proyectos que viven por los siglos de los siglos su vida de proyectos sin llegar casi nunca a pasar de esta vida onírica a la más pragmática de la de realidades. Y es que siguiendo con lo verde y con las uvas, al final después de mucho discutir solemos acabar diciendo como la zorra bajo la parra. Cuando vuelan nuestros proyectos o se convierten en inalcanzables decimos aquello de que están verdes lo mismo da que hablemos de las estaciones, los anillos y hasta del canon capitalino que visto como aparece y desaparece se parece más al Guadiana que al Zadorra.
Pero nosotros a lo nuestro. A convertir la anécdota en cuestión de importancia planetaria mientras las grandes cuestiones pasan sin que nos fijemos siquiera en ellas. Para los grandes temas los vitorianos estamos casi siempre “a por uvas”.
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