Publicado en Diario de Noticias el 27 de diciembre de 2011
Diferentes instancias institucionales que actúan en territorio alavés han creado el CROP. El Comité para la Racionalización de la Obra Pública nace no sin polémica pero si con esperanza. La polémica se produjo cuando alguien apostó por denominarlo Green Crop. Una verde cosecha que además de subirse al carro de lo green como palabro de moda debía indicar el componente medioambiental de la obra pública entendida en clave de sembrar para recoger.
Matices al margen el CROP nace, por fin, con las cosas claras, lo que es de agradecer, y sus grandes beneficios los podremos comprobar más pronto que tarde. Pongamos un ejemplo.
Parece ser que tenemos una mala estación de autobuses y que vamos a hacer una mejor. Pues bien, en un alarde de inteligencia el CROP se plantea saber si es mala y por qué y cómo podría ser mejor. Eso supone dejar de plantearse la estación en función de si molesta a los vecinos, de si se tiene una parcela o incluso de si ésta está más o menos cerca de una hipotética estación de tren. El CROP lo que va a hacer es enterarse de quién utiliza el autobús y para qué. Con eso pretende saber cuáles son las necesidades realmente a cubrir más allá de las de arquitectos, urbanistas, vecinos y demás agentes no usuarios. El CROP espera establecer categorías de usuarios e incluso detectar diferentes grupos de necesidades. Ya puestos, como la estación de tren es también una obra pública se plantea hacer algo parecido con el transporte ferroviario.
Esta revolucionaria decisión de enterarse de quiénes son y qué precisan los usuarios nace de una intuición y de una constatación. La constatación es que Vitoria Gasteiz no es Madrid ni Frankfurt. Ni por número de habitantes ni por volumen y variedad de desplazamientos. La intuición es que no necesitan lo mismo los que acuden a diario a la capital a estudiar, al médico, a hacer gestiones, compras o al mercado de los jueves, que los estudiantes, gente de negocios, o gente de vacaciones que vienen o van a tierras lejanas como Madrid o Benidorm. Ni son los mismos ni se comunican, es más, a veces incluso se estorban. El CROP baraja varias alternativas y no descarta si quiera mantener en su actual emplazamiento los autobuses locales y sacar fuera los de largo recorrido, pero en todo caso el estudio y la razón ilustrada de cuyo caballo no hay que bajarse ni aunque lo diga el Papa dirán lo que hay que hacer.
Uy. Y ahora que hago yo con esto, ¡si mi columna sale el 27 y no el 28! Pues nada, ahí lo dejo caer.
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