Esto de la administración pública empieza a recordarme a uno de esos festejos taurinos de los que se puede hablar porque no hay sangre. Me refiero a los concursos de recortadores. Aquí todos compiten por ver quién es el más habil recortando, quién el más eficaz, quién el más arriesgado y a veces incluso quién el más artista. Lo que no tengo muy claro es si el noble animal que sufre pacientemente los recortes siendo una y otra vez engañado y, como se diría antiguamente, toreado, somos nosotros mismos o lo es en sentido más abstracto la verdad.
Como ocurre en los concursos, cada recortador tiene su estilo, y aunque a los no iniciados nos parezcan una sucesión de piruetas sin mayor ligazón entre sí que la del autor de las esquivas, lo cierto es que tienen a menudo más coherencia de lo que parece.
Veamos el caso de Vitoria. El lunes van provistos de sus delantales los alumnos de unos cursos municipales de cocina saludable y se vuelven a casa con la tripa vacía y las berenjenas sin hacer. La concejala indica que la decisión “no es plato de gusto”, cosa que no deja de estar bien traida tratándose de cocina saludable, pero que lo de los fogones es no ya un recorte, sino el padre o madre de todos los recortes que se anuncian o se anunciarán. Y van cayendo los siguientes. Un programa de prevención de toxicomanías para adolescentes. Un programa de actividades culturales para jóvenes que se denominaba gauekoak, y un programa para gente al límite de la exclusión que se conoce como bizitza berria. Sin embargo se nos anuncia la nómina de “artistas” que poblarán nuestros escenarios, lo que nos costó una fiestuqui que acabó con cierta mala uva, lo que nos va a costar el arranque de la green, y lo que nos costaron las bonitas luces de navidad.
Todo coherente. Muy coherente. Total para qué enseñarte a cocinar si no vas a tener qué echar a la cazuela sea saludable o no. La alimentación saludable que nos espera consistirá en pasear por la plaza de abastos y saludar con elegancia, distinción y sobre todo distancia a las viandas allí expuestas. De acercarse demasiado poco y de tocar nada de nada.
Para qué evitar que te fumes unos canutillos o te metas lo que sea. ¡Hay tantas cosas que olvidar que mejor tener a la gente entretenida! Un porrito y al concierto que yo te diga. Cultura la justa no sea que se te alimente el saludable espíritu crítico y acabes creando problemas. Si al final te quedas en la calle eso es problema tuyo. Aquí no estamos para alimentar indigentes que, posiblemente se habrán buscado su turbio presente por su propia torpeza para recortar los recortes. Además un pordiosero es poco sostenible. Bebe vino de tetrabrik que no deja en el contenedor de su color correspondiente y roba cartones del contenedor de cartón para hacerse casas que de verde nada tienen.
Lo dicho, nosotros a por uvas verdes y a seguir discutiendo si en el concurso de recortes somos la vaquilla o el publico asistente.
Y hablando de recortadores y usando jerga taurina, ya se que el apunte este no me queda muy bien rematado, pero tengo que ir a por mis carnes y verduras antes de que me las recorte alguien.
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