Hace unos días, en plena euforia electoral, hablaba Pernando Barrena de 187.000 bofetadas que había recibido el PSOE. Eran en definitiva 187.000 bofetadas “claves para impulsar el proceso de paz”. Porque, no lo olvidemos, ese fue uno de los ejes de la campaña de ANV, votarles era reforzar el proceso frente a quienes querían detenerlo. Y mira tu por donde, ya hemos visto quien era uno de los más interesados en ello. La propia ETA.
¿Hemos de entender entonces que ETA ha recibido 187.000 bofetadas? ¿O quizás que como no le ha parecido suficiente apoyo al proceso se erige en representante de la voluntad del resto y por eso lo da por concluido? En cierto modo ETA debería asumir que ha recibido bofetadas de los suyos y del resto, y como así ha debido de entenderlo ha respondido hoy de la única forma posible que le permite su lógica o como quiera que se llame la extraña pauta que rige su comportamiento. Dando bofetadas que hoy son dialécticas y mañana dios dirá. Bofetadas que son amenazas, y que en todo caso suponen un primer atentado a la inteligencia.
Y claro, los demás se han animado y se han puesto igualmente a darse bofetadas. La culpa es tuya, eres un ingénuo, podías haber hecho algo más, me habeis dejado solo. En resumen, todos culpables, todos sospechosos, todos presuntos objetivos. Todos candidatos a convertirnos en víctimas de unos o de otros,y entonces, desde nuestra condición de víctimas volver a alcanzar el aura de la inocencia.
Me decía el otro día un candidato de ANV que él nunca condenaría a alguien por ser un luchador, aunque estuviese confundido, y puede que tenga razón en el planteamiento. En este mar de condenas que se avecina, quizás lo que sobran son las condenas, y lo que falta es la capacidad para entender que cada uno lucha por lo que cree. La diferencia es que la gran mayoría creemos en un mundo justo en el que las condenas son, o al menos deben serlo, fruto de procesos judiciales justos, y no de la decisión de un grupo de iluminados para quienes la razón no tiene caras ni múltiples dimensiones, es tan sólo un punto. Un punto negro por cierto.
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