Título: El intendente Sansho
Autor: Mori, Ogai
Origen: Japón, Primer tercio del siglo XX
Edición: contraseña Editorial. Zaragoza 2011
ISBN: 978-84-939308-0-6
Adquisición: Comprado en Elkar en Marzo de 2012
Terminado de leer el 23 de marzo de 2012
Mi referencia : 00094-A
Comentario: A mi me gusta la literatura clásica japonesa. Tiene un halo de antigüedad que roza más con la eternidad que con la historia antigua. Son historias que se abastecen del tiempo y hasta del espacio y hablan de los grandes conflictos humanos, del amor, de la alegría, de la desgracia, de la crueldad. Y en todo ello flota un cierto estoicismo vital. Los protagonistas sufren sin padecer los avatares de la vida incierta y afrontan sin rencor las vueltas de la vida sin pararse demasiado a pensar si la rueda da vueltas porque ellos mismos la impulsan o porque son otros los que lo hacen.
El libro es una colección de relatos, de seis relatos, más concretamente, que son El intendente Sansho; el barco del río Takase, Las útlimas palabras, Sakazuki, La señora Yasui y La historia de Iori y Run.
El intendente Sansho me sonaba por la vieja película japonesa de cuyo blanco y negro un punto siniestro recuerdo los pases de cine club. El resto son relatos más o menos relatos. Quiero decir, que a veces no cuentan nada especialmente contable, y ahí radica su secreto. En sentirse de pronto frente a un escenario en el que la vida fluye con todos sus pulsos y sus impulsos. Especialmente deliciosa me ha parecido Sakazuki. Enormemente descriptiva, pero ninguna de las demás desmerece.
Incluso el prólogo, que como tengo por costumbre leí después de los relatos, me ha resultado interesante y muy ilustrativo tanto sobre la vida del autor como sobre la propia evolución de la literatura japonesa. No puedo evitar recomendar su lectura, aunque eso sí, sigo defendiendo la bondad de darse un primer remojón en el texto “para quitarse el polvo”, leer el prólogo para contextualizar lo leído y, por qué no, volver sobre los pasos y releer alguno de los relatos. Ogai Mori se lo merece, y los relatos también.
Leave a Comment