Tiene el nacionalismo español una paradoja congénita, que consiste básicamente en no reconocerse como tal. Esto ocurre en gran medida porque en su pugna de autoafirmación el enemigo más recalcitrante no es externo sino interno. Lógicamente y ante esa situación, resulta complejo reconocerse naci0nalista cuando la negación de su nacionalismo le viene a uno de unos individuos que no tienen reparos en autodenominarse nacionalistas y que aspiran a su propia nación sin sucumbir a los cantos de sirena y enormes ventajas de ser parte de la nación española, cosa por otra parte que a los nacionalistas españoles les resulta, además de ofensivo y agresivo, realmente incomprensible.
Y el caso curioso es que en cuanto ponemos a este colectivo de nacionalistas que no lo son, que son tan sólo y simplemente españoles, en la tesitura de afrontar al enemigo exterior, su comportamiento es, como ellos mismos dirían de los que son nacionalistas a sabiendas, patológicamente obsesivo y conceptualmente inconsistente, además de absolutamente aentrópico (o sea no entrópico).
Veamos algunos ejemplos.
Dice el presidente de los franceses ahora en funciones, lo mismo que ha venido diciendo el presidente que ahora funciona (?) en el reino durante los últimos no se cuantos años, a saber, que Zapatero y los socialistas son los culpables de nuestra crisis y no los mercados ni los especuladores ni los poderes financieros, y se levanta la nación como uno solo para defenderse del gabacho que además de bajito es francés.
Va la presidenta de Argentina y reclama para sí lo que repsol explota para ella y saltan como fieras los defensores de la patria, igual que lo hacen, al grito de traidores y melífluos, cuando el gobierno del reino no manda a la armada y la BriPac a defender los postes que trasportan la electricidad boliviana y que estaban, hasta no hace mucho, en manos de REE, empresa española, según dicen. La misma Argentina multa a telefónica por un servicio penoso y llaman a la defensa de la nación en vez de instar al gobierno del reino a hacerle lo mismo a la multinacional con su delegación hispana y recortar su beneficio en tanto no deje ella de recortar sus servicios en cantidad y calidad.
Hablaba de empatía, y más arriba aún de perspectiva. Y es que en casos como este no se trata tanto del color del cristal como del punto de vista que uno adopta. Especialmente entrópico es adoptar aunque sea con la imaginación el punto de vista de esos presuntos agresores del orgullo patrio. Pensaba esto el otro día cuando desde las ventanas del autobús veía las torres del tendido eléctrico en las que figuraba el distintitvo de Red Eléctirca Española. Me preguntaba lo que pensarían los que califican de agresiva la postura de Evo Morales si en vez de ese distintivo figurase otro que dijese por ejemplo Líneas Eléctricas de Bolivia. En esa línea, ¿qué ocurriría si los molinos que abundan en su mítica piel de toro lucieran orgullosos la imagen de marca de, por ejemplo, Vientos del Tango S.A.? ¿Cómo reaccionarían?
A mi personalmente me parece que en uno u otro caso la verguenza es dejar en manos privadas lo que sirve a los interese públicos, porque, naciones al margen, el dinero solo tiene una bandera, la suya, y lo demás tiene más que ver con el marketing, la imagen de marca y las relaciones públicas que con cosas más significativas para un colectivo, como su lengua, su cultura, etc. etc. Eso sí, me ratifico en que si se quiere ser ecuánime y no acabar siendo lo que uno reniega de ser frente a los otros, a veces no es malo cambiar de lado y ver las cosas desde un sitio distinto al nuestro.
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