Publicado en Diario de Noticias de Álava el 18 de septiembre de 2012
Decía una de nuestras más universales aportaciones que tratásemos con cariño a la paloma esa que llegaba a nuestra ventana. Y a fe que lo hacemos. Hasta le damos alpiste del bueno de una sentada o pintxo a pintxo. Pero de cuando en vez dejamos la habanera y nos ponemos, o se ponen, en versión palomo, Juan Palomo. Y como no debe haber ya sitio para más nombres propios nos dicen que somos todos y tan contentos. Por fin tenemos plaza todos los vitorianos. ¿En el ayuntamiento, la diputación o el gobierno vasco? ¿Plaza? ¿Todos los vitorianos? Pues no, no y hasta tres veces no. Ni nos han hecho a todos funcionarios, ni es plaza sino plazuela y lo de todos los vitorianos está por ver. Se habla por ahí de 243.000, cifra que coincide con los empadronados a uno de enero. Y ya empezamos. A 283 los hemos excluido, a los muertos enterrado, y de los “exiliados” ni hablamos. La Institución de los Celedones de Oro ha pasado de unos pocos socios a casi 250.000. A poco va a tocar la subvención por mucho que la haya aumentado el consistorio y el año que viene verás que lío para votar al Celedón de Oro. Eso sí, la plazuela que hasta ahora no lo era aunque todo el mundo la nombraba como Correos, lo fue en su día de Bilbao. Muy propio el lugar y hasta el momento para la reconquista del orgullo vitoriano. Y si cuesta algo o mucho lo mismo da. Esto son tradiciones de toda la vida y no las procesiones cívicas de Olárizu. Se ve que en Vitoria toda la vida son 50 años.
Y digo yo que puestos a cambiar nombres de calles, podríamos poner a algunas el que tienen. Por poner un ejemplo: si todos, hasta los de más de cincuenta años, hemos llamado toda la vida Resbaladero al resbaladero, pues ahora que lo van a niquelar que niquelen también el nombre. Ya que guisamos a la paloma cuando nos conviene, pues que por lo menos por una vez seamos todos palomos.
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