Cumplir 31 años haciendo festivales es como para ponerse laureles. Tanto quienes mantenemos vivo el fuego asistiendo como quien se encarga de componer los mimbres de este cesto, Iñaki Añua.
Cada año tiene su parte buena, su menos buena y su mala. Lo que ocurre es que cada uno colocamos las cosas en un lado u otro en función de nuestras emociones, de nuestras culturas e incluso de nuestras obsesiones. De mi se sabe que eso del flamenco jazz, o del jazz flamaenco no acaba de ser muy de mi agrado, así que este año opté por un parde días de vacaciones y asunto liquidado. De lo demás me quedo con Tyner, Coleman y Holland en lo bueno, algunos momentos del konexioak y algunos de Blanchard en lo menos bueno, y lo de norah Jones en lo malo. Mi amigo Xabier, el catalán que nos visita todos los años a quien el diario inmortalizaba ayer en su salida del polideportivo, disfrutó con Coleman, y con Txano. Pero claro, es que para él Tete es más que una referencia, es casi hasta una parte de su vida. en lo de Norah coincidimos.
Pero como a menudo suele decirse aquello de que este festival lo hacemos un poco entre todos, voy a caminar por el itinerario de la crítica constructiva y lanzar al aire unas cuantas ideas para seguir avanzando.
Uno comprende que la tienda junto al bar está para vender, pero se le podía pedir que en lugar de poner su porpia música, la zona del bar reprodujese lo que está sonando en el escenario. Así uno puede reponer fuerzas sin perder notas, y además visto lo visto, suele ser mejor lo que suena en el escenario que lo que suena en el bar.
Lo de Konexioa es un buen experimento, pero ya dije en su día que hay que curralo más. Incluirlo en el abono de forma gratuita, y trabajar con mayor antelación la propia sesión. Comentábamos tras el concierto de Holland que por ejemplo, sería bonito asistir a un duelo de amigos entre un vibrafonista y una pareja de txalapartaris.
Lo de las pantallas gigantes, también me dió que pensar, y se me ocurre que, con afán más didáctico que otra cosa, y siempre en busca de una mejor comunicación entre músicos y público, y en definitiva persiguiendo que este último comprenda lo mejor posible lo que hacen los primeros, las pantallas pueden ser un buen instrumento. ¿Que tal si ponemos un intí¨rprete de dedos ágiles que nos subtitule las intervenciones en inglés de los artistas? ¿qué tal si se nos indica en la pantalla el título, autor o algunos datos de la pieza que se está interpretando? Muchos coincidimos en que sería una buena cosa.
Por otra parte, también somos varios los que coincidimos en en que lo del tema de los abonos numerados hay que organizarlo mejor. Es como una especie de ofensa para los que buscamos “un lugar en el mundo” contemplar vacíos los mejores sitios del pabellón. Ya se que muchos años hay genete que los compra para un solo concierto. como se de quienes lo compran como un seguro pero prefieren sentarse en otros sitios. Pero seguro que a la organización se le ocurren formas de solucionar esto. Los clubes de futbol lo hacen a menudo, dando la opción al abonado a colocar su entrada si na va a ir, por ejemplo. En fin, que todo es cosa de pensarlo, y si no como en el colegio, se pasa lista, se apuntan las faltas y se ponen las cruces oportunas para el siguiente año.
Bueno, y ya puestos, no sé si volveremos al polideportivo o nos iremos a nuevos sitios, pero si volvemos al polideportivo, que alguien ponga una marca luminosa al inicio y final de la tarima de madera que hay en mitad del pasillo superior izquierdo. Cualquier año de estos vamos a perder un aficionado.
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