Publicado en Diario de Noticias de Álava el 18 de junio de 2013
En cuestión de enclaves no hay ONG que valga. A la no gubernamental Trebiñu Sin Fronteras se le cruza siempre la gubernamental Ilógicos Con Fronteras. Fronteras mentales que mantienen contra tiempo y marea fronteras administrativas que ya nadie entiende. En la era de la movilidad, cuando las redes deshacen con sus enredos las fronteras, lo absurdo de las inquinas locales enquistadas en el tiempo se pone de manifiesto cuando intentas explicarlas fuera de contexto. Y ahí te ves, sea con el móvil, sea al calor de una terraza de verano (si, si, vitorianos, más allá de nuestras fronteras hay lugares donde existe), intentando explicar qué pinta ese pantano de tierra dulce en todo el centro del Álava profunda.
“Tenemos el mismo prefijo telefónico que en Álava”, dices, y te contestan: “Claro, es que es lógico”. “Y hasta dependemos de la diócesis de Álava”, añades, y te dicen, “Claro, es que además de lógico los curas siempre hacen las cosas como Dios manda”. “¿Pero tenéis Ertzantza o Guardia Civil?” Te preguntan. Y respondes: “Guardia Civil, pero depende de la Comandancia de Vitoria, no de la de Burgos”. Y ahí ya dudan, porque claro, es lógico que dependan de Vitoria, pero ilógico que lo tengan que hacer porque están ahí al no ser Treviño Álava. Y entonces te preguntan, “¿Pero la gente que vive allí qué quiere?” Y tú les respondes, “pues mayormente integrarse en Álava”. “¿Y por qué no pueden?”. “Pues porque según parece hubo no se qué vínculos hace dos, tres o cuatro siglos, pero yo no conozco a nadie en el enclave que haya vivido tanto”. “¿Pero siempre ha sido Burgos?” y tú dices, “siempre, siempre no. Vino un francés, de esos que gobernaban con lógica y lo integró en Álava. Thouvenot se llamaba. Precisamente el viernes hace doscientos años que le echamos y volvió a ser Burgos lo que fue Álava durante unos años”. “Pues vaya”.
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