Decía Maiakowski:
Prueben, como yo,
a darse la vuelta como un guante
y ser todo labios.
Y a mi me gustaría invitar a todo el mundo a darse la vuelta como un guante y ser todo labios, y ojos y oidos. Darse la vuelta y con la vuelta dada, convertido en un turista, con la cámara en la mano y el reloj escondido en el bolsillo, darse a su vez una vuelta por su ciudad, por su pueblo, por su entorno más cercano.
Caminar despacio mirando hacia lo alto, deteniéndose en esquinas, apreciando detalles. Acercarse a monumentos museos y galerías. Sentarse en un banco a disfrutar de una vista. Contemplar desde una terraza la gente que camina con un punto de vista lejano, casi ausente. Convertirse por unas horas en un observador extraño de lo propio.
Descubrirán sin duda una ciudad, un espacio, una tierra en al que no habían reparado. Revivirán de pronto imágenes del pasado. Sentirán la emoción de visitarse y se sentirán como trasportados a un viaje astral que les lleva a ver su vida como espectadores.
Pruebenlo, se lo recomiendo. Yo lo hice ayer en el casco viejo de Vitoria y fue toda una experiencia.
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