La banca siempre gana, porque la banca siempre roba. Lejos queda el espejismo solidario de las cajas de comunidad y cada vez más cerca la realidad más o menos camuflada de los usureros que daban con sus huesos en la hoguera. Porque la banca roba a punta de contratos leoninos, prácticas abusivas, usuras y otros vicios carnales de los que el resto somos carnaza, anzuelo o cebo, según sea el lado del mostrador o del cajero donde nos pongamos. La banca es hoy el demonio de cuello blanco, el enemigo a batir. Solo falta un Felipe IV, sea o no hermoso, que le eche “un par…” y haga con los bancos actuales lo que aquel hizo con los templarios: inventarse una trama de vicios y podredumbres morbosas y truculentas aunque más inocentes que las barbaridades que realmente cometen y acabe con botines, ratos y compañias en la hoguera que quema de verdad, no en la metafórica de las vanidades. Porque el temple no fue barrido del mapa por lujuria, sino por usura. Ellos inventaron los bancos y quisieron atrapar vía intereses los resortes del poder y gobernar para su interés desde la sombra de los apuntes contables. Pero ni para eso sirven los siempre inútiles monarcas de hoy en día, y de los gobiernos mejor ni hablamos.
No discuto que sea incluso necesario que quienes tienen dinero que no usan lo depositen a buen recaudo para usarlo cuando precisen, incluso que encarguen a quien lo custodia que se encargue de realizar algunos pagos y recibir algunos cobros, y que a cambio, si alguien necesita el dinero que aún no tiene, los custodios le presten el dinero que guardan, que no es suyo, recordemos, y cobren por ello un interés razonable, de forma que puedan costear sus instalaciones y pagar los sueldos de quienes las atienden.
Pero hasta ahí.
Abomino que usen nuestros fondos para incrementar hasta límites inmorales los suyos; que lo hagan además con prácticas de riesgo que terminan con nuestros huesos en la ruina subvencionando además sus errores para que sigan ganando lo mismo mientras otros lo perdemos todo; y sobre todo que no contentos con ello, separen el negocio que hacen con lo nuestro del coste que tiene esquilmarnos y nos cobren por todo.
Nos enseñan a trabajar para ellos, usando cajeros, internet y hasta el móvil, y no contentos con hacernos trabajar para ellos y ahorrarse trabajadores, encima nos cobran por ello. Nos cobran sin criterio ni mesura, nos abusan del cobro. Nos roban a mano armada y guante blanco. 10 por el mantenimiento, 12 por la tarjeta, 5 por una trasferencia, 6 o 9 por un cambio de divisa, y lo más gracioso, por usar cajeros ajenos en lugares donde son incapaces de ofrecerte los suyos propios, como el caso de Caja Laboral, también nos cobran. Nos cobran por su incapacidad e incompetencia y tan panchos.
Yo no sé vosotros, pero para mi dinero el colchón y para ellos la hoguera.
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