Mamá ha muerto. Otaola, Javier.

Tí­tulo: Mamá ha muerto.
Autor: Otaola, Javier
Origen: Vitoria, 2012
Edición: Atanor Ediciones, Madrid 2012
ISBN: 978-84-939617-9-4
Adquisición:  Me lo regaló su autor, Javier Otaola, un 13 de junio de 2013, al terminar el taller de escritura creativa que impartía y al que tuve el honor de asistir.
Terminado de leer el 20 de junio de 2013
Mi referencia : A-00106
Comentario: Duro empeño este de juzgar al maestro. Menos mal que yo estas líneas las escribo, más que con afán o espíritu “judicial”, por el simple placer de compartir lo que leo y por la propia necesidad de hacerlo por escrito para cubrir los huecos de mi fragil memoria.

No creo que descubra nada si digo que al autor le encanta la novela negra, la novela policiaca.  De ello hablamos con frecuencia a lo largo del taller que compartimos unos cuantos. Y no le falta razón. Si hablamos de narración nada hay más narrativo o más narrable que un crimen, sus antecedentes, su realización, sus consecuencias y en ocasiones su resolución en lo que a las autorías y las responsabilidades punibles se refiere. A ello se dedica con pasión el autor de esta en la serie de novelas que comparten como protagonista a Felicidad Olaizola.

Pero “Mamá ha muerto” no es la historia de un crimen ni de su investigación, aunque tenga crímenes e investigación. Es más bien algo parecido a una Black Road Movie en un punto descabellada, que nos hace atravesar toda Europa, de Madrid a Suecia, dejando un reguero de peripecias y sucesos.

Mantiene, como las novelas lo precisan, el punto suficiente de incertidumbre, que aderazada con las convenientes sorpresas hace que su lectura sea rápida y amena. La narración está bien planteada. Los anzuelos que se tienden en su trascurso se recogen en su momento sin ser evidentes cuando se lanzan.

La novela tiene momentos surrealistas, y toda ella es un tanto inverosimil, pero, ¡qué demonios!, cosas más raras se han visto en la viña del señor, y además, tal como se nos va dibujando al protagonista, a uno termina por no extrañarle que le pase lo que le pasa. Se lo tiene bien merecido. Y si no que evite tanto flirteo con el lumpen, lo oscuro y lo sórdido, que de todo ello hay, como corresponde a la “vis” canalla que tengo la impresión de que a su autor le encanta.

Solo voy a poner un pero. El texto tiene algunos de esos errores nimios que una corrección más pausada hubiese evitado, pero que afean con su presencia un trabajo cuidado en todo lo demás. Para la siguiente a poner más cuidado, y si hace falta una revisión adicional, desde aquí me ofrezco.

 

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