Es una bonita iniciativa la de la Asociación de Amigos de Laguardia. Una mañana de domingo, un entorno privilegiado, Laguardia, un atril, un micrófono y a leer fábulas de Samaniego. Mi padre, Jose Ignacio Vegas, se animó ya hace años a participar, y nos animó a los demás. Algún año hemos leido fábulas tres generaciones de Vegas. Este año nos quedamos los dos sólos, pero es igual.
La oportunidad de poder visitar Laguardia de nuevo, ya de por si justifica el viaje. Pero además la ocasión es una excelente excusa para repasar las fábulas del ilustrado Samaniego en las tareas previas de elegir la adecuada para la ocasión.
Yo este año elegí una cortita, que bajo el título de El Pastor dice así:
Salizio usaba tañer
la zampoña todo el año
y, por oirle, el rebaño
se olvidaba de pacer.
Mejor sería romper
la zampoña al tal Salizio.
Porque, si causa perjuicio
en lugar de utilidad.
la mayor habilidad,
en vez de virtud, es vicio.
Lo dicho, el paseo por el collado, el recorrido por las calles de Laguardia, la casa Palacio de Samniego, donde pro cierto recibí mi credencial de ingreso en la Bascongada de los amigos del País, la visita al pórtico policromado, la entrada por la puerta de San Juan, el patagón de la iglesia, niños y mayores haciendo cola para leer su poema, el bailecico del reloj de la plaza, vamos, una mañana de fábula.
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