De mayor quiero ser animal

Publicado en Diario de Noticias de Álava el 14 de enero de 2014

Domingo al mediodía. Se entretiene uno dando vueltas a las patatas sobre el aceite hirviendo ajeno a su sufrimiento. Al fondo la televisión intenta destrozarte la vida a golpe de noticia o lo que sea. El chisporroteo de la carne tierna del tubérculo te distrae del fárrago de malos rollos que alguien emite a tu espalda. De repente una frase surca el aire como un enorme meteorito y viene a dar de lleno en la tierra de tus pensamientos: “Con la entrada del nuevo año los animales dejan de ser mascotas y se convierten en ciudadanos de Gasteiz”.

Después de comer, camino de la siesta, coges la prensa y buscas más información sobre el asunto. Y te vas durmiendo entre vapores de nuevas y revolucionarias normativas y ordenanzas. Los ladridos del siempre inoportuno perro del vecino del quinto te acunan y acabas por dormirte.

En tus sueños estás con tu hija y te dice “de mayor quiero ser animal”. Y tú le preguntas por qué. Porque no quiero viajar en autobús, tranvía o avión apretado como un humano. Quiero que me den agua y descanso cada cierto tiempo. No quiero estar en casa más de ocho horas, ni aparcar al sol, ni quedarme sin mi media hora de paseo. No quiero que me asusten con petardos ni vivir en un cuarto pequeño y sin condiciones. Quiero salir media hora al día y que te multen si no salgo al tercer día, quiero… Tuve que interrumpirle. Mira hija, le dije, siento tener que decírtelo así de claro, pero tú no eres un perro, eres una niña, sólo eso, y se puso a llorar amargamente sin que pudiese consolarle.

Una pelea de perros en el parque frente a casa te despierta. Una mascota ciudadana llora amargamente, otra amenaza. Los acompañantes de las personas mascotas se gritan mutuamente mientras la una protege en brazos a una perrita de pelo rizado y la otra agarra como puede a un bigardo can de dientes largos. La vida sigue en el parque.

 

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