Andaba hoy oyendo el dicurso de Ibarretxe mientras pensaba a que dedicar mis lineas de este diario. Han pasado por mi cabeza cuestiones de alta política, de política de media altura, de sociología, de historia, reflexiones en clave muy personal, y en eso estaba cuando he leido un titular que me ha dado la clave. Hoy voy a escribir de baja política.
El titular en cuestión es “Lazcoz amenaza al PP con ‘tirar de la manta’ si persiste en su línea de ‘acusaciones'” y aparece en Diario de Noticias.
Según parece, el equipo de gobierno que lidera Patxi, está empezando a no llevar bien la línea de oposición que parece haber tomado Alfonso y su equipo. No voy a entrar aquí en reflexiones concretas sobre lo que era de esperar que hiciese Alonso tras su último año como alcalde y la actitud de la oposición. Ni siquiera me pondré a considerar si el “donde las dan las toman” aplicado a la política carece o no de trasfondo ético o moral.
Voy a ir en la línea en la que me mantuve al final de la anterior legislatura, y que se traduce básicamente en una conclusión. Cuando los políticos profesionales se acusan entre sí, la población en conjunto tiene la tendencia a creerlos a todos.
Amenazar, en este como en el resto de casos, de tirar de la manta, supone, en principio, reconocer que existe una manta de la que no se quiere tirar. Una manta cuya sola mención hace que la ciudadanía en general le asigne tal tamaño que sea capaz de cubrir al que quiere tirar y al que no se quiere destapar e incluso también al que asiste callado al asunto “porque algo tendrá que callar”.
Yo creo que como ciudadanos inteligentes no nos merecemos esto. Pero se que el fin justifica los medios, y se que lo de afirmar que no todo vale, es más que nada lo que decimos los que nada tenemos que perder. Lo que ocurre es que funcionar a corto plazo, confundir lo que son actuaciones que bordean los enrevesados procedimientos administrativos con ilegalidades dolosas, aplicar dobles raseros, denunciar lo que en muchas ocasiones se sabe que no queda más remedio que hacer, y que uno mismo llegado el momento haría, puede generar ingresos en popularidad, y hasta en número de votos. ¿Pero a costa de qué? ¿De acabar perdiendo el norte uno mismo? ¿De acabar enfangando a todos y cada uno, en lo personal y en lo institucional?
Que nadie crea que apuesto por callar. Pero las mantas son como las katanas de los samurais. Cuando se tira de su mango es para enfundarlas ensangrentadas, no para amagar. Ahí si que igual empezábamos a creer en el único que quede limpio. Ahí igual se abrian las puertas y ventanas para regenerar el sistema. Cuando no haya mantas de las que tirar. Mantas que se usan para secuestrar silencios o sobornar blanduras.
En fin. Que a mi me gustaría que, una de dos, si hay algo punible, al juzgado, pero sin fotos ni anuncios, al juzgado sin más, por deber cívico y honradez profesional. Y si no a callar. Lo demás es más propio de otros gremios y ya vemos los resultados, la prensa rosa en toda su extensión multimedia nos lo recuerda cada día.
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