Va uno y hace un llamamiento a la desobediencia civil y no se si consigue muchas adhesiones, pero vistas las reacciones lo que si que consigue es poner de manifiesto la supina ignorancia de la “casta” que ha ocupado la política. Y eso en el mejor de los casos. La otra opción es que si dicen lo que dicen aún sabiendo lo que deberían de saber, no es que sean ignorantes, es que son una cuadrilla de hijos de… bueno, que son malosos y malvados, que posiblemente lo sean también.
Más allá de la legitimidad democrática o no de la desobediencia civil como herramienta de oposición pacífica al sistema, este, como otros debates, pone de manifiesto un serio problema. Uno va al médico y gusta de ver en la pared el diploma que acredita ciertos estudios. Del fontanero se pide algo parecido y también del personal que enseña a las criaturas. El abogadoque nos saca los cuartos estudió derecho, y hasta el cura que nos adoctrina pasó por el seminario. Por eso damos por supuesto algo parecido en el político. Y descubrimos entonces que no, que muchos de los que ejercen la condición de políticos son en realidad en lo que a lo profesión respecta intrusos ignorantes que buscan en el mejor de los casos el beneficio de su partido y en el resto el beneficio propio sin el menor conocimiento ni cariño por su oficio.
Y dicen unas chorradas que uno sólo puede atribuir a su ignorancia y a nuestra bonhomía a la hora de creerles. Y se les escapan gilipolleces cuyas consecuencias no tienen en cuenta porque son incapaces de darse cuenta.
La desobediencia civil es, precisamente, la única alternativa pacífica, democrática y profundamente ética con la que poderse oponer a decisiones del sistema que se consideran injustas. “La desobediencia civil es una forma de participación política propia de las democracias liberales… la expresión aparece por primera vez en 1866 encabezando el ensayo escrito por Thoreau en 1849, y lo hace en lo que puede considerarse la democracia liberal más poderosa del mundo”. La cita corresponde a Antonio Casado da Rocha, y puede leerse, junto con artículos de otros autores, en un nada sospechoso texto publicado por la universidad de Deusto dentro de la serie Ética con el título “enfoques de la desobediencia civil” (ISBN 84-7485-772-4). Yo no hablaría de desobediencia civil sin echarle un ojo, a este y aotros textos y contextos, pero claro, por eso no ejerzo de político aunque como todo humano lo sea.
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