Aquí vivimos un poco al margen de este asunto que, sin embargo, en la capital del Reino es motivo de gran revuelo.
Contaré brevemente los hechos. Allá por Enero, un tal Pepe Rubianes, de origen gallego y afincado en cataluña, participaba en un programa de TV3 cuando emitió una serie de opiniones muy personales sobre españa y los españoles. Era su opinión.
Este Rubianes, hombre e teatro, se disponía a estrenar en la villa y corte un espectáculo cuyo protagonista es Lorca, y pretendía además hacerlo en un teatro público, creo que muncipal. A partir de ahí, las hordas neofascistas madrileñas, para distinguirlas claramente de los madrileños en general, jaleados por los goebelianos medios adictos al regimen ya enterrado y que algunos se empeñan en resucitar, emprendieron una salvaje campaña cuyo resultado final ha sido que un teatro público impida la representación de la obra, no por su contenido, sino por unas declaraciones de su responsable.
Parece ser que, finalmente, la obra podrá ser representada gracias a la cesión por parte de CC.OO. de un local adecuado para ello.
Hecho este relato, vienen mis reflexiones.
La primera sobre los medios. He empleado un buen rato en internet en buscar las declaraciones originales y el resultado ha sido nulo. Me sumo por tanto al gran número de opinadores que ejercen su derecho de oinión sin saber exactamente sobre lo que opinan. Pero lo hago con una diferencia. A mi no me importa el contenido, me importa sobre manera el derecho a decirlo.
La segunda sobre los españoles, sobre aquellos que se llenan la boca cuando pronuncian el nombre de españa; los que han aprendido en un curso acelerado los secretos de la Fórmula 1 ahora que corre Alonso, Fernando; los que han descubierto el basket ahora que ha ganado la selección española, pero que el domingo que viene seguirán yendo al furbo, a ver al madri; los que creen que Rossi es un maricón italiano al que pronto pondrá en su sitio pedrosa, los que opinan ahora que zidanne es un cerdo gabacho, y olvidan de pronto que hasta hace poco fue un ilustre madridista; los que llaman sudaca al primer latinoamericano que se encuentran y maestro a diestefano; los que se quejan de los putos negros que vienen en pateras y se van de putas a burdeles llenos de inmigrantes sin papeles; los que reclaman su orgullo y su derecho a ser españoles, y la obligación de todos los peninsulares a compartir su orgullo y su nacionalidad.
A los periféricos, como gustan en llamarnos, puede que no nos hubiese importado ser españoles en otro contexto, pero es que estos españoles fascistas e ignorantes, tienen la fea costumbre de además de obligarnos a ser españoles, decirnos cómo tenemos que serlo. Porque esa españa crisol de naciones, es sin embargo incapaz de asumir a esas naciones, de asumir que tiene su idioma, su cultura, su forma de hablar y sentir, sus gustos, y muy a menudo, una visión de europa y del mundo mucho más abierta y solidaria que la de estos hijos bastardos de aquellos conquistadores.
La tercera y última, es sobre el miedo de los valientes. Sobre las timoratas declaraciones de quienes se atreven a llamar las cosas por su nombre y hablan de censura, y hablan de derecho de opinión, y hablan de respeto, y comienzan sus alocuciones con expresiones del tipo “las desafortunadas, desacertadas, inaceptables, declaraciones”.
Seamos serios. si defendemos la libertad de expresión y opinión no es para escuchar lo que nos gusta, es precisamente para todo lo contrario. Eso es como lo de los españoles. Si quieres ser español ya te digo yo cómo, y si no, también. Si quieres libertad de expresión di lo que yo quiero, y si no, también.
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