39 Festival de Jazz de Vitoria – Gasteiz. Día 2º, 15 de julio de 2015. Polideportivo de Mendizorroza.
José James Jose James: voz y guitarra; Solomon Dorsey: bajo eléctrico; Leo Genovese: teclados (fue sustituido por un teclista japonés); Nate Smith: batería.
Hiromi the Trio Project Hiromi, piano; Anthony Jackson, Bajo; Simon Phillips, batería-
Tres cuartos de entrada.
Seguí ahaciendo calor. Las ventanas de los laterales del pabellón se abrieron. Entro una brisa ligera que apenas podía deshacer el bochorno reinante y deshacer el sopor que se enredaba entre las sillas. Era de día. Mucha luz. Las notas melodiosas de una voz sensual inundaban el ambiente e iban de lado a lado impulsadas por los abanicos. Jose James es consciente. Sabe lo que tiene oculto en la garganta. Y le gusta. Mi amigo Xabier lo resumía irónico: “este chico tiene pinta de tener muchos espejos en su casa”. No negaré qu etiene facultades y técnica para dominarlas. Recorrió el tributo a Holliday llevándolo a los terrenos de la paz y el remanso. En algunos casos, como en Come to my door acercándolos ioncluso a los terrenos del pop y evocando el sonido de philadelphia en la siguiente. Jose James es en todo caso un ballador. A mi me gusta más la parte canalla del Jazz, la que le acerca a las murder ballads. El jazz de club nocturno y humo en el ambiente. JJ lo atenúa lo viste de terciopelo, seda y satén. Su grupo le acompaña dihgnamente e inlcuos el pianista suplente cubrió eficazmente su papel. Un problema con el sonido no enturbió la velada. Faltaban las velas y el champagne. Me llamó la atención la deconstrucción que hizo del scat en uno de los últimos temas. En resumen, me volvió a pasar un poco más de lo mismo que la vez anterior que le vi. Me impresiona su técnica me deja frío su arte. Aún así tuiteé cuando terminaba:
El sol yacía ya bajo la línea del horizonte. La noche asomaba tras los montes y una voz acariciaba sensualmente el eco ausente de Holliday
Seguía haciendo calor. Era de noche y sin embargo empezó a brillar el sol, el sol naciente. Un huracan que a veces se calmaba. Un torbellino que avanza y que aveces es líquido y a veces gas y que se sustenta siempre en lo rotundo de una batería con ecos de aquel Jazz Rock de los setenta y un bajo prolongado en guitarra grave que acompñaba de forma omnipresente al tsunami de notas salidas de las teclas. Dos manos, diez dedos y una sonrisa sobre ellos. Da gusto ver a la gente a la que le da gusto tocar. Un espectáculo ver la velocidad de sus manos. Una esquisitez oirla frasear despacio. Un lujo oir a la mano derecha mantener el ritmo mientras la izquierda frasea. Y de pronto las explosiones de velocidad y técnica. Hay quien dice que le sobra, yo diré que puede que le sobre técnica y le falte edad para contenerla y ofrecerla destilada, en gotas de sencia, al estilo de Miles. Pero eso, teniendo técnica y sobre todo arte, se cura con la edad. De momento a disfrutar con piezas como Seeker, o como FireFly o como cualquiera de las quepueblan sus discos. Si alguien me preguntara como definirlo en conunto diría simplemente… Jazz del siglo XXI.
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