La isla mágica. Pérez Uralde, Carlos

Tí­tulo: La isla mágica. poemario 1973-1974
Autor: Pérez Uralde, Carlos
Origen: Vitoria-Gasteiz  siglo XX
Edición: Diario El correo S.A.U., Vitoria – Gasteiz 2007
ISBN: 84-933776-7-8
Adquisición: Todo un obsequio de mi buena amiga y vecina de Jazz, Angels.
Terminado de leer en enero de 2016
Mi referencia : A-00132.

Comentario: Me gusta la poesía. No me gusta descuartizarla, analizarla y diseccionarla como haría un estudioso, o un académico. Me gusta disfrutarla como quien mira un cuadro sin regla ni cartabón ni cromatógrafo. Me gusta ser un simple lector como disfruto siendo un simple espectador. Me gusta leerla y dejarme sentir. Por eso me gusta la poesía simple, la que cuando termino de leer puede que no recuerde en su literalidad, pero me deja un rescoldo, un poso, una sensación.

El otro día, antes de ayer según escribo esto, recibí por sorpresa un obsequio. Se trataba de un librito que allá por el 2007 editó el correo para homenajear a un referente de las letras vitorianas, Carlos Pérez Uralde. Un personaje singular a quien tuve la mala suerte de no conocer. Me hubiese gustado, por las referencias que tengo de él. Carlos destacó como columnista, como escritor de relatos breves, colaborador radiofónico, y en general como cronista local e independiente y sobre todo como persona singular. Un tipo peculiar. No conocía sin embargo su faceta poética.

La isla mágica es un poemario escueto, es un destilado, no versos a granel. La edición es austera pero cálida, con buenas ilustraciones de Iñaki Cerrajería. 15 poemas. Pero muchos mundos, muchas sensaciones. “La carreta de la muerte” impresiona, pero no mucho más que el resto. Poemas que crean ambientes, que envuelven, discretamente, sin abalorios ni artificios. Mundos de hadas caidas, de ruiseñores, de gnomos y de realidades, que también las hay. De amores que fluyen. De rebeliones. Sinceramente, un placer leerlo. Gracias Angels. Lo guardaré en un sitio accesible para releerlo y guardaré en mi memoria volatil los ecos de esos poemas que empiezan y acaban con un alegato contra la opresión del tiempo con estas palabras:

Lo primero que hicimos
al llegar a la isla fue abatir contra las rocas
los relojes, convertirlos en puntas de flecha
en recordatorios de un primer amor, en anillos de cobre.

 

Son felices entre ellos. No llevan cintos ni espadas, no llevan relojes tampoco

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