Hay quien dice que el dinero, tal como hoy lo conocemos, desaparecerá en unos años. Los bancos ya cuentan con ello. Les interesa. Al poder también. A todos menos a nosotros. Y no porque sea malo en sí, sino porque no se va a hacer, como nos cuentan, para facilitarnos la vida, sino para facilitarse los unos mayor eficiencia en el saqueo de nuestras economías y los otros el control aún más rotundo de nuestras vidas.
Lejos queda el sueño aquel de los tres poderes. Ni siquiera es ya real la utopía del cuarto poder. Hoy, y ya lo vio hace siglos Quevedo, el poder es uno y trino, el poder es sólo y en exclusiva Don Dinero, ese poderoso caballero. Tan poderoso y divino que puede incluso desustancializarse, perder su forma física y continuar por la vida como alma en pena para nuestros bolsillos hecho números aúreos y bytes ilocalizables.
Muerto el billete y convertida en llavero la moneda, no hay manera de escapar a las comisiones, ni a las inspeciones, ni a nada de nada. Todo es suyo. La banca ha conseguido el Summum de los prestamistas. Ya no tendremos nada por nosotros mismos, viviremos de sol a sol y de luna a luna de prestado. No podremos ver la sonrisa de los niños al guardar la moneda que les damos como guardaban los bucaneros los ducados de plata en las grutas de las islas perdidas del caribe. No podremos dejar esas moneditas en el plato ni en la barra. Las tragaperras cambiaran de nombre, y dejaremos, allá donde vayamos, huella tan virtual como indeleble de todo lo que compramos y vendamos, menos de nuestro alma, que hace ya años se la vendimos al diablo hecho banquero que nos engañó diciéndonos que esto era lo moderno.
Lo moderno no sé, pero lo revolucionario, hoy por hoy, es recuperar el efectivo. No tener cuentas en bancos, pagar en metálico, guardar el dinero en casa y, si acaso, compartirlo en cajas a la antigua, de esas que abrías y estaban llenas de billetes, no de pendrives o tarjetas inteligentes. Recuperar el control de nuestra hacienda y escapar al saqueo con que tratan nuestras cuentas. Puede que suene antiguo. Pero no siempre lo moderno es más justo ni más eficiente, no al menos para nuestros intereses, esos que hablan más de vidas que de porcentajes. Y esque efectivamente el efectivo les hace daño, por eso quieren convencernos de que es antiguo e inconveniente, porque no les conviene.
Estuve hace un par de semanas en una charla. La daba Antonio Muñoz y el título era Jaque a la banca. Más bien el contenido era el jaque mate a que nos lleva sometiendo la banca, pero a lo que vamos. LAs conferencias me suelen servir para pensar.
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