Jueves 14 de julio de 2016. 18:00. Teatro Principal. Chris Illingworth, piano; Nick Blacka, contrabajo; Rob Turner, batería.
El espacio del teatro principal dentro de la programación del festival de Jazz de Vitoria es siempre una ventana abierta a formatos más o menos innovadores, pero en todo caso menos consagrados que los que ofrece el escenario grande de Mendizorroza. Este año he continuado con la tradición de ir introduciendo a mi hija en la liturgia esta del Jazz, y como le decía ayer al terminar, yo le elijo los conciertos y ella acierta.
Gogo Penguin es un trío. Piano de cola, batería y contrabajo. Este formato, incluido en la programación de un festial de Jazz haría pensar en que uno va a ver más o menos más de lo mismo. Evoluciones o variaciones sobre el jazz de trío. X-Bop, donde equis es lo que úno quiera ponerdel Be al post pasando por el hard o lo que sea. Pues no. Con instrumentos de siempre se pueden ofrecer propuestas sugerentes. La de ayer, al menos para mi, lo fue.
Me dicen amigos y además expertos, que no son buenos, que no hay solos, que fallan cosas. No sé. Puede que tengan razón. Yo no sé de música más allá de lo que entra por mis orejas. Yo me siento y experimento sensacones. Y ayer gozé. Los solos, al sentido tradicional de la palabra aplicada al Jazz, no eran lo importante ante un trío de músicos bien acompañados. Músicos que miman lo que tienen entre manos, que tocan con sutileza, con elelgancia. El piano pudiera parecer o evocar a los músicos minimalistas, pero era algo más parecido a loopear sin electrónica. el contrabajo, bien arropado con los pedales convenientes, pasaba del arco a la cuerda y la batería revestía el conjunto con una frescura importante. A mi me gustaron las armonías, y el juego de silencios y notas. Me gustó una música que no abruma, ue traslada sensaciones más allá de la excelencia. Música para oir y trasportarse. Yo iba recién comido. El principal es acogedor, y ni por un momento me provocó la más mínima tentación dejar caer mi cabeza y dormitar.
Puede que no sea Jazz tradicional, ni que se pueda comparar al de los grandes tríos que en la historia del Jazz han sido. Pero no creo que los tres músicos que subieron ayer al escenario lo pretendan. Ellos beben de esas fuentes, y de otras, y las integran en un conjunto coherente. Innovar es hacer algo nuevo, para oir lo de siempre, mejor o peor, ya tenemos youtube. Pero en todo caso es un motivo de alegría ver a músicos tan jóvenes arrancar música tan fresca tan dulce y tan respetuosamente de instrumentos tan vetustos y tan simples. La esperanza no está perdida. Queda sensibilidad y ganas de expresar sensaciones en el mundo.
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