Publicado en Diario de Noticias de Álava el domingo 30 de octubre de 2016
En Vitoria – Gasteiz el tamaño no importa. Caí en la cuenta el otro día cuando paseaba por la Dato a la altura del homenaje de Vitoria a ese gran escultor que es Giacometti (homenaje que, por cierto, desconoce Vitoria que lo hace y Giacometti que lo recibe). Dos jóvenes turistas deambulaban un poco despistados. Eran una pareja. Ella dijo: “que sí, que la plaza mayor es por ahí” y yo me quedé estupefacto. ¿Plaza Mayor? Caí entonces en que, a la contra de lo que ocurre en muchos pueblos y ciudades del reino en que vivimos, en Vitoria – Gasteiz no hay plaza mayor, ni menor, puede incluso que las haya grandes o pequeñas, pero en Vitoria el tamaño no importa. Si acaso la edad. Por eso la plaza que en cualquier otro lugar hubiese sido mayor aquí es simplemente nueva, ya trate el que coloca las placas de bautizarla como sea. Por encima de constituciones, monarcas, reinos o repúblicas, para muchos sigue siendo simplemente nueva. Y eso sin faltar al respeto a la que se quedó como plaza vieja, que para eso tenemos una Virgen Blanca.
La cosa es que puestos a cavilar, seguí cavilando ajeno a los turistas en esto de los tamaños, y caí en cuenta de otra prueba más de que el tamaño en Vitoria – Gasteiz no importa, por lo menos en lo que a engrandecer respecta. Vitoria es de los pocos tejidos urbanos que no tiene Gran Vía, y por no tener, no tiene ni calle mayor. Aquí somos de natural más humildes, y a falta de grandes calles tenemos, eso sí, una Txikita.
El callejero es a veces a lo urbano como el inconsciente a lo humano. Dice más de lo que parece. Aunque eso sí, no sé si alguna vez sabremos si somos humildes porque no tenemos grandes calles o no tenemos grandes calles porque somos humildes. En todo caso nuestro carácter, a veces acomplejado y a menudo modesto, se corresponde con nuestro callejero, al menos en lo que respecta al tamaño.
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