Japi es mi etiqueta

Publicado en Diario de Noticias de Álava el domingo 19 de febrero de 2017

Hay que ver lo que nos gusta etiquetar. Etiquetamos a la gente, a la música, a las artes en general, a los políticos, a los entrenadores,… hasta a la gente la etiquetamos. Pero eso sí, cada vez usamos etiquetas más cortas, donde caben pocos matices, y cada vez son menos numerosas, y eso, cuando hablamos de personas, tiene su peligro.

Las personas somos esas cosas que nos dedicamos a muchos asuntos. En cada uno de de ellos tenemos una etiqueta, salvo que tengamos varias por no discutir, y a veces ocurre que no todas las etiquetas que tenemos son del mismo color. Al final uno es la suma de todas ellas, gente variopinta y a veces hasta un pelín contradictoria, cosa que no siempre se entiende. Hay quien mira una etiqueta y piensa que con eso ya es bastante para saber el color de las demás. Pongamos por ejemplo que alguien descubre de alguien que es aficionado a la tauromaquia. Pues ala, ya resulta que ese alguien es de derechas, españolista, machista, bebe sol y sombra y seguramente es seguidor del Real Madrid. Y no siempre es así, ni en esto ni en muchas otras cosas.

El caso es que al final a uno le fuerzan a ponerse por delante la etiqueta que mejor le identifique, y yo lo tengo claro, en la mía pone “japi” (los ingleses lo escriben happy y viene a significar feliz).

Los japis nos definimos por oposición a los “amargaos”, esos que tuercen la cara aún más de lo torcida que la llevan cuando se cruzan con nuestra sonrisa. Ellos son susceptibles y buscan las penas. Los japis tratamos de sacar provecho del acierto y del error, y sabemos que hasta el dolor se pasa mejor con una sonrisa. Ellos leen sesudos y extensos tratados sobre la felicidad, y los japis sabemos que son papel mojado. El mejor tratado sobre la felicidad ocupa pocas palabras: ¿Quieres ser feliz? Si has respondido que sí no le des más vueltas, hazte caso y sonríe.

 

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