Publicado en Diario de Noticias de Álava el domingo 14 de mayo de 2017
Es curioso la forma que tienen algunos de afrontar el riesgo. Actúan sin ser conscientes de que es como una apuesta. Se pone la carne en el asador con la esperanza de comerse un buen asado pero con la posibilidad más o menos grande de terminarla quemando. Cosas que pasan. Se puede arriesgar a solas o en comandita, y en este segundo caso es importante ser consciente de que, si se quiere compartir el premio, hay que poner la parte correspondiente para comprar el boleto.
Me contaban el otro día el caso de una comunidad de vecinos. Cosas de estas de decidir si se entraba en pleito o no. El resultado, como siempre que acudimos los pobres a la justicia, lógicamente incierto. Y entonces es cuando sale uno y dice aquello de “bueno yo voto que no vamos a juicio y si perdemos no pago los trastos rotos”, ya se sabe: costas, abogados, procuradores, papel timbrado… un descalabro. Ya, pero ¿y si ganamos?
Me acordé yo entonces de esa eterna discusión sobre las huelgas y los esquiroles. ¡Claro que los trabajadores tienen derecho a no hacer huelga (curioso derecho, por otra parte)! Pero cuando se consiguen los objetivos de la huelga, ya sean salarios, horarios u otras cuestiones, el esquirol las disfruta sin el menor sonrojo.
Menos mal que no todo el mundo es tan egoísta y desconsiderado y asume con naturalidad las malas jugadas que a veces nos juega el riesgo. Por ejemplo, que detalle tan bonito el de la botella de vino que recibimos gratuitamente todos los alaveses el año pasado para celebrar tan espléndida cosecha. Por eso es lógico que ahora, con lo de la helada, paguemos entre todos los daños que han sufrido los altruistas bodegueros. Porque ellos compartieron con nosotros los beneficios y, en buena lógica, nosotros ahora compartiremos con ellos los estropicios. Uy espera… que al final igual no recibimos la botellita esa el año pasado…
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