Aprendices

Publicado en Diario de Noticias de Álava el domingo 21 de mayo de 2017

Está de moda últimamente el tema de los aprendices. Pero a veces nos olvidamos de que, por encima de legislaciones laborales, el mundo en que vivimos se sustenta en la trasmisión de lo que sabemos. No hay aprendiz si no hubiese maestro, y el magisterio se aplica no sólo a técnicas y profesiones, sino sobre todo al más complejo de los artes: al arte de vivir. Y ahí desarrollamos los humanos del siglo XXI una curiosa paradoja. Cada vez prolongamos más la vida de nuestros mayores y sin embargo cada vez la aprovechamos menos. Despreciamos ese conocimiento basado en la experiencia acumulada a través de generaciones porque nos parece unas veces inútil, otras tedioso, y las más, fácilmente sustituible por nuestros cacharricos. Deberíamos aprender a escapar por un rato de la vorágine de medios y carreras en que vivimos, aparcar el móvil, dejar que se acumulen los mensajes sin leer de whatsapp, y buscar excusas para dedicar un tiempo a confraternizar con los mayores, con los nuestros y con todos, que de todos se aprende. Uno de los anuncios que nos atacaron en la última campaña del día del padre hablaba precisamente de esto. De un hijo que iba periódicamente donde su padre para pedirle el taladro. Su mujer aprovecha el día del padre para regalarle uno, pero resulta que el chaval no lo necesitaba, era sólo una excusa para ir a pedirlo y ya de paso llevarse un poco de charla y un mucho de conocimiento. Y el aprendiz contento y el maestro satisfecho, viendo que todo lo acumulado tenía un sentido: trasmitirlo. El saber acumulado, a diferencia del dinero, si no lo compartes te lo llevas al cementerio. Y hay quien no lo comparte por usurero, pero las más de las veces no lo hace porque no tiene a quién donárselo. Aprendices somos todos y no conviene olvidarlo para no perder aquello que tenemos delante mismo sin saber nunca hasta cuando.

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