Publicado en Diario de Noticias de Álava el domingo 22 de abril de 2018
Gustan las instituciones de contradecirse con efectos catastróficos para la ciudadanía. Piden implicación pero luego no pueden evitar la tentación de regular hasta el respirar y así asfixiar cualquier iniciativa que no sea del todo suya. Decimos que hacer ciudad es cosa de todos, que la cultura no puede descansar exclusivamente sobre las amplias espaldas de lo público, y cuando nos ponemos a ello y conseguimos crear costumbres y ofertas estables sin coste alguno para lo público, nos sacamos una norma de la manga y decimos que está muy bien, pero que nunca más de dos veces al mes.
Y es que hay quien dice que Vitoria – Gasteiz es más gris que green, que es aburrida, que no hay nada que hacer, ni que ver, ni que oír. Y para arreglarlo, vamos y decimos que los bares no pueden dar más de dos conciertos al mes, y además con toda una lista de requisitos. Y piensa uno en algunos locales de nuestra ciudad, que martes a martes, domingo a domingo o cuando sea, arriesgan su dinero y ofrecen su local para actuaciones en directo. No siempre las cajas justifican el esfuerzo, es algo que tiene más de vocación que de negocio. Pero ahí siguen, semana a semana, poniendo una nota de color en las grises agendas de nuestros diarios y construyendo oferta cultural para la ciudad. Lo hacen además sirviendo de soporte a artistas locales, de estos que no llenan grandes salas, aunque bien lo valdrían, pero que tienen en estas tablas un espacio donde conectar con su público, foguear sus propuestas y hasta incluso cobrar unos eurillos. Y lo curioso es que cuando este tipo de actividades se merecería una ayuda, o cuando menos un reconocimiento, lo que se les ofrece son trabas, limitaciones y restricciones: no mas de dos veces al mes. En fin, que como me decía uno de estos héroes de la agenda, “mira, yo no pido que me ayuden, me basta con que no me jo…”
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