Publicado en el Diario de Noticias de Álava el domingo 27 de mayo de 2018
Si las ciudades tuviesen género, y los géneros respondiesen a los tópicos, la ciudad en la que vivimos debería llamarse Vitorio y no Vitoria. Digo esto por el tópico ese de que el género femenino, al contrario que el masculino, es capaz de hacer varias cosas a la vez. Nuestra ciudad es incapaz de ello. La semana que viene termina mayo, el mes de los poetas y los versos en el que todo ha sido poesía. Llegará junio y Vitoria entera será rockanrolera. No habrá más versos que los de las letras de canciones y las chinchetas sustituirán a los poetas. Pasará el rock, como pasaron los versos y Vitoria entera será entonces jazzera. Y que a nadie se le ocurra programar un recital de versos o una noche salvaje de rock. Vitoria es Jazz y el Jazz es Vitoria. No estará sin embargo para siempre. Una vez terminado nos dedicaremos a la fiesta popular. Una semana, no más, Vitoria será fiesta y la fiesta será la esencia y el todo de nuestro diario caminar. Dormitaremos mientras sestea el mes de agosto y en septiembre haremos ¡ale hop! para, por arte de magia, convertirnos por una semana todos en magos. Habrá magia en los escaparates de las tiendas, en los bares, en las discotecas y hasta en los plenos municipales. Y pasada la semana, en truco que ni el mismo Copperfield superaría, ¡ta chan!, ni rastro de la magia hasta la próxima semana, y no hablo de octubre, hablo de septiembre del 19. Lo mismo cabe decir del teatro, y hasta del vino. Que bebiendo como bebemos todo el año es sin embargo tan sólo una semana en la que nos ponemos de morro fino y hasta parece que entendemos. En fin, que entre ser el autor de Ladrón de bicicletas, que tampoco es moco de pavo, o vivir una Vitoria multitarea, yo por comentarlo, me quedo con el sueño de que Vitoria siga terminando en “a” y se puedan hacer cosas durante todo el año y hasta incluso dos a la vez.
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