Publicado en Diario de Noticias de Álava el domingo 17 de junio de 2018
No siempre los tópicos se corresponden con la realidad. Por ejemplo, el de la Vitoria de curas y militares, ciudad provinciana y un tanto paleta, triste y mediocre, aburrida y beata no siempre ha sido así. Es más, hubo un tiempo en que incluso fue conocida como la Atenas del Norte. Nuestra ciudad ha sido cuna y refugio de ilustrados, liberales, artistas y librepensadores. Una urbe cosmopolita y divertida que presumía a fines del XIX de tener la tasa de analfabetismo más baja del reino. Contribuían a todo ello universidades, institutos y academias dedicadas a las artes y a las ciencias, y sociedades como el reconocido Ateneo. Para mirar más allá teníamos “La Exploradora”, con la que viajaba Iradier, y fichábamos todo lo que en cuestión de artes y ciencias se nos ponía a tiro. Los pintores de Vitoria, los de pincel fino viajaban a París y hasta con la excusa de hacer una catedral montamos todo un taller de escultura con tallistas de diversa procedencia.
Pero el siglo XX con sus tristes acontecimientos puso una nube gris sobre nuestra ciudad y olvidamos todo aquello.
Y hoy andamos, según parece, empeñados en volver a ser la Atenas del Norte. Pero me da que hemos perdido el norte y hasta la Atenas. Lejos de fijarnos en la urbe de los liceos y las academias, de Pericles, Sofocles y Platón, nos estamos fijando en la del AEK y el Panathinaikos. En vez de levantar universidades y bibliotecas ampliamos canchas y agrandamos campos. Ya no soñamos con ser punteros en cultura, sino que aspiramos a sumar puntos. Incluso en lo de la diversión hemos cambiado lo de ir de copas y hasta intentar ligar con ir a animar a nuestras sociedades anónimas en sus ligas y sus copas. En fin, que luego decimos que somos así porque así somos, pero a veces se nos olvida que nada es verdad ni es mentira, que todo depende del espejo en el que te miras.
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