Publicado en Diario de Noticias de Álava el miércoles 25 de septiembre de 2019
Una alubia menos, otra más. Cada año, en mi caso desde allá por 2006, nos juntamos alrededor de una mesa una cuadrilla variopinta amante de la vida y de las cartas y damos buena cuenta de un buen plato de alubias, sean pintas o no. Pasa el tiempo y se nos van quedando sillas huecas. La semana pasada una más. Javier se fue.
Llevo unos días pensando en cómo explicar a quien no te conoció cómo eras tú y porqué te vamos a echar de menos los que te conocimos, y porque se han perdido a un tío grande los que no. Habrá para quien seas ese caballero que cogía el tranvía cada día en Parlamento, a eso de las nueve, y se quedaba de pie, en el último vagón, mirando hacia el frente con sus ojos claros y una sonrisilla entre los labios. Habrá para quien seas ese cliente siempre dispuesto a pegarse por pagar, eso sí, después de pedir que fuese en vaso, en copa no, y de hacer el tikismikis con que si está frío o no tiene color. Habrá para quien seas el eterno disconforme dispuesto a dar el callo en reuniones, asambleas o donde fuese, y es que por ahí es por donde va a ser más fácil explicarte. Lo comentábamos el otro día entre los restos de la cuadrilla después de la partida. Hay gente con la que se discute una vez en la vida y se acabó. Pero hay otra gente, como tú, con la que se discute toda la vida, y con esto quiero decir que cuando la misma pasión con que se debate se aplica a abrir el corazón, uno vuelve al día siguiente dispuesto a discutir o no, pero la cosa es tenerte por ahí cerca. Te vamos a echar de menos, bribón, a ti, a tus conocimientos sobre fuese quien fuese de aquí, de la vieja Vitoria, a tus bolillos, a tus libros, tus fotos, tú mujer, tus hijas, tus yernos y tus nietos. La calle del Cubo se ha quedado sin uno de sus ilustres, pero quien sabe si algún día tendrás tu calle, te la mereces. Genio y figura, Javier, genio y figura.
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