Publicado en Diario de Noticias de ílava el 20 de Enero de 2008Â
En la vida hay momentos en los que ser valiente y tomar decisiones se hace muy cuesta arriba. No se dan las condiciones suele decirse entonces. Pero también los hay en los que todas las condiciones concurren de forma favorable. Y esos momentos hay que aprovecharlos.
Las máquinas están en el sitio, las vallas puestas y la obra sin terminar. Pues que mejor momento para quitar de en medio, y nunca mejor dicho, el monumento. Así que vaya desde aquí mi más animoso empuje para que el alcalde de Vitoria se estrene en su primer año de mandato con una medida tan valiente como sensata. Aupa Patxi!!
No es que sea un capricho, es cada vez más una necesidad evidente. Una necesidad que muy habilmente los diseñadores del nuevo aspecto de la plaza de la Virgen Blanca se han encargado de potenciar hasta hacerla casi inevitable. Porque la han diseñado como si el monumento no estuviese. Pero está. Y resulta evidente que sobra.
Antes podía cuestionarse si sobraba o no. En definitiva todo el diseño de la plaza con sus jardincitos y demás confluia en torno a él y le daba un aire de centralidad que ahora ha perdido. Ni siquiera encaja en la nueva pendiente de la plaza. Habría que inclinarlo como la torre de Pisa para que fuese congruente con su entorno. Y no se trata de reabrir un debate o de distraer la atención. Se trata simplemente de aprevechar que estamos distraidos y muy entretenidos buscando inspiraciones vitorianas en novelas de mil páginas para desfacer un entuerto.
Y eso sí, para fomentar la participación ¿que tal si lanzamos un concurso de ideas para elejir la nueva ubicación?. Así de paso damos por sentado que hay que trasladarlo, y todos tan contentos. Nos ponemos a discutir el nuevo emplazamiento y asumimos como lógico y dejamos fuera de discusión que el actual no es el adecuado.
Lo dicho… Aupa Patxi, te toca mover pieza. Pieza o monumento, lo mismo da.
Es verdad. Miren ustedes, estamos en una ciudad proclibe al pasteleo, pues que le llamen a Sosoaga y que elijan los pasteleros de la City su nueva ubicación.
Antonio Orduña.